Mega edificios, silencio culpable

Felipe Muñoz Vallejos
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Estación Central atraviesa por un tiempo de extrema complejidad. El explosivo crecimiento de su población, que pasó de 120 mil a por lo menos 200 mil personas en siete años, ha provocado una crisis de sostenibilidad sin precedentes en la historia local.

Todo se origina en la construcción desmesurada y abusiva de mega edificios que han plagado el territorio, arruinando la calidad de vida de los entornos y produciendo una urgencia de seguridad casi incontrolable. Edificios cuya construcción, así lo dictaminaron diversos procesos judiciales y la Contraloría, fueron levantados de manera ilegal, amparados en vacíos administrativos y apuntalados por la corrupción.

En Estación Central se ubican tres terminales de buses, la principal estación de trenes del país, el campus de la Usach, hospitales y clínicas, la sede principal de la Teletón y extensas zonas comerciales. Por esta comuna transitan tres millones y medio de personas cada mes.

Dadas estas circunstancias, hoy carecemos de la infraestructura mínima para atender a la población. Cálculos conservadores nos indican que necesitamos, por lo menos, tres nuevos Cesfam, múltiples salas cunas, otra comisaría y un cuartel de la PDI, aparte de tecnologías que permitan hacer un mejor control de seguridad.

Nuestra gestión ha trabajado sin pausa, por ejemplo hemos triplicado la flota de vehículos e inspectores de seguridad y estamos avanzando para tener el primer Cesfam municipal. Sería muy largo enumerar todo lo que estamos haciendo para paliar una situación de bordes casi imposibles. Es el Estado de Chile quien tiene una deuda con los vecinos y las vecinas de nuestra comuna, y su obligación es pagarla con hechos concretos. Eso hemos demandado permanentemente y, hasta ahora, las respuestas han sido débiles.

Hoy, nos piden que se haga entrega de los permisos para otras 9 grandes construcciones, que significaría agregar, al menos, otras 25 mil personas al territorio comunal. Nos hemos resistido, y lo seguiremos haciendo dentro de los difíciles márgenes de la legislación vigente, para impedir que se profundice en la zona de sacrificio urbano.

¿Qué dicen los responsables principales de esta verdadera tragedia? ¿Dónde está la voz de las inmobiliarias que construyeron sin planificación ni conciencia? ¿Qué palabras han señalado las autoridades que permitieron que esto ocurriera?

De ellos sólo hemos sentido el silencio. Un silencio pesado y espeso, que se parece demasiado a la culpa no asumida. No hemos visto un comunicado que se haga cargo de la aberración cometida o una entrevista que pida explicaciones; dicho sea de paso, que poco se interroga en los medios a los grandes poderes económicos.

De vez en cuando, aparecen en paneles de radio y tv "voceros espontáneos u oficiosos", que recuerdan el déficit habitacional y las "necesarias certezas jurídicas" para defender el interés de los que callan, aunque sea a costo de un nuevo sacrificio urbano. Pero los verdaderos responsables, esos que consiguieron las decisiones espurias e "hicieron el negocio", callan. Porfiadamente callan.

El silencio es, habitualmente, signo de acatamiento, de culpa y de vergüenza. La sabiduría popular lo dice con toda claridad: "el que calla otorga". Por nuestra parte, seguiremos levantando la voz, porque defender a las vecinas y vecinos de Estación Central es nuestra principal obligación.

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