El año 2019, en la ciudad de Nueva York, se aprobó la ley local 97, como parte del nuevo trato verde del alcalde de la ciudad, en que los edificios sobre 2.300 m2 están obligados a cumplir nuevos estándares de eficiencia energética y límites en la emisión de gases de efecto invernadero, estos límites se van poniendo más estrictos para reducir las emisiones en 40% para el 2030 y llegar a la emisión cero para el 2050.
En Nueva York hay más de un millón de edificios que deben reducir sus emisiones y a partir de este año los dueños de los edificios que no cumplan con esta ley deberán pagar una multa de 268 dólares por cada tonelada métrica de dióxido de carbono.
Nosotros, aunque quisiéramos como país hacer este esfuerzo, no podríamos porque no tenemos las herramientas ni la capacidad institucional para lograr esta meta en los términos que indica dicha ley local, por ejemplo, la ciudad de Nueva York sabe cuánto consumen todos sus edificios y cada año comparan el consumo que tienen y van midiendo su eficiencia y los van calificando anualmente, algo que sería imposible con las herramientas institucionales que tenemos. Sin embargo, hemos ido avanzando.
Uno de los primeros pasos fue la calificación energética las viviendas, en que se califica que tan eficiente es un edificio cuando se entrega, lo que implica que sus usuarios tendrán un menor gasto en calefacción, entre otros beneficios. Dentro de las brechas que quedan es extenderlo a todos los edificios, y no solo a viviendas; también deberíamos tener un seguimiento cada año para ver si mantienen la calificación en el tiempo.
Uno de los últimos pasos en el camino hacia el desarrollo sostenible de la edificación en nuestro país, fue el recién aprobado estándar térmico por parte del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, que tomó más de una década en salir, y comenzará a regir en 18 meses más. Sin perjuicio este plazo, el Minvu ha estado aplicando este nuevo estándar en nuevos proyectos, siendo un caso relevante su uso en las viviendas industrializadas, en que las familias más vulnerables están teniendo menores gastos en calefacción y además tienen menos patologías, al incluir también exigencias de ventilación.
Nos ha costado avanzar como país en los nuevos estándares de construcción sustentable, pero a medida que se difundan sus beneficios, entenderemos que una inversión inicial mayor implica un mejor producto, cosa que aprendimos cuando pasamos de la ampolleta incandescente al LED, ahora sería una locura retroceder en ese avance, lo mismo debemos aspirar con nuestros nuevos estándares de edificación.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado