Las designaciones del primer Ministro que ya ocupa la nueva cartera de ciencia, tecnología, conocimiento e innovación y de la primera Subsecretaria, son excelentes.
De algún modo, son la manifestación del salto que tuvo el país desde la recuperación democrática en materia de incremento de recursos materiales para la investigación científica y el desarrollo de talentos o capital humano avanzado.
El equipo que surge pertenece a una generación marcada por un discurso vinculante con la sociedad y la economía, Modo 2 o bien pos-académico, en la jerga de los especialistas.
Por cierto, esto no implica que la investigación básica o las humanidades serán dejadas de lado. La implicancia es diferente, se trata que el científico en ciencias puras y aplicadas ya no está recluido en su “Torre de marfil” sino que tiene que dar cuenta de su labor mediante resultados tales como publicaciones, formación de pre y pos grado, divulgación científica fuera de la academia y otras tareas vinculantes con el medio social del cual forma parte.
El día lunes 17 ya se dio una primera señal cuando Couve expresó que la tarea es contribuir al desarrollo del país, con lo cual se cierra el círculo iniciado con el proyecto de ley enviado por la Presidenta Bachelet en enero del 2017, que decía, “Chile enfrenta el desafío de superar su actual etapa de desarrollo, lo que implica mucho más que sólo crecer económicamente y de manera sustentable. Significa construir una sociedad capaz de ofrecer oportunidades de realización plena y mejor calidad de vida a todos sus ciudadanos”.
Ahora bien, en una entrevista anterior a su designación, el Ministro planteó que una de las tareas principales para desarrollar este vínculo entre la ciencia y la sociedad es multiplicar por 7 la cantidad de investigadores, para de ese modo estar en el promedio de la OCDE.
Más allá de los guarismos, probablemente la mayoría de los anteriores presidentes de CONICYT y los dos presidentes del consejo de CONICYT, tuvieron metas similares. Sin duda, es una de las tareas.
Pero ¿cómo hacer esta multiplicación de los panes? Menciono el episodio de la Biblia por una razón específica y técnica, no existe presupuesto para ello. En consecuencia, hay que esperar un milagro…u otra Administración o Parlamento, que se juegue por un presupuesto incrementado.
Habitualmente, el problema de la multiplicación de investigadores se piensa en términos de más becas de doctorado. Es una parte necesaria. Otra, más candente, es la inserción de doctores en la investigación activa, en y fuera de la academia.
La inserción es mucho más importante que las becas, puesto que son doctores ya formados, es decir, son capacidad instalada ociosa (excusas por la terminología).
En términos reales, no necesitamos más doctores. Tampoco necesitamos más publicaciones indexadas para que un burócrata de la OCDE dé un visto bueno al país.
Lo que necesitamos son investigadores activos, que generen resultados visibles, al alcance de la mano para cumplir con el espíritu de la ley: construir una sociedad capaz de ofrecer oportunidades de realización plena y mejor calidad de vida a todos sus ciudadanos.
Los instrumentos vigentes (Programas de Atracción y demás) cuyo objetivo es “usar” esta capacidad instalada ociosa no rinden como deberían hacerlo. No dependen del Ministerio sino que de actores externos complejos (y complicados).
El primer actor son las empresas, cuya dificultad en general es la visión de corto plazo y una sensibilidad poco proclive a los negocios intensivos en conocimiento, cuando no una desconfianza en las capacidades locales y una predisposición a contratar inteligencia fuera del país. Sin duda, eso está cambiando rápido en algunos nichos, pero no es la regla.
El segundo actor, son las universidades, donde la gran mayoría funciona en base a un modelo de negocio docente y donde el resto, en ocasiones, está capturada por dificultades de financiamiento y por grupos de influencia que simplemente no están interesados en incorporar savia nueva a sus unidades académicas de manera masiva. Debido a ello, el problema de la inserción no se ha resuelto en los últimos años y es probable que no se solucione.
Insistiremos, una vez más, Chile requiere una carrera del investigador nacional.
Una señal de esta necesidad es el hecho que algunas universidades se encuentran reformulando sus reglamentos de jerarquización, pensando en instaurar la clase de “Investigador de la Universidad”, superior a un profesor titular, con sus mismos deberes y obligaciones, pero protegiendo la línea de trabajo del académico de los vaivenes y dificultades externas.
Una de las dificultades para promover esta idea es que se encuentra muy arraigada y normalizada la creencia que la investigación es para el 4 o 5% de la comunidad académica. Es decir, no hay conciencia de que todo académico debe realizar investigación. Algunos lo harán con impacto internacional y otros con impacto local o incluso para estar actualizados en sus materias.
Para cambiar el switch, la carrera del investigador nacional debe ser un proyecto de Estado. El problema de la inserción ha sido bien resuelto en muchos países vía este mecanismo.
Desafortunadamente, existen muchos prejuicios e ignorancia en relación a como éste funciona y los resultados que genera, especialmente en el caso de Argentina.
El Estado es el único actor que puede brindar un mecanismo de inserción eficaz y seguro, ya que posee los receptáculos para acoger talentos: sus institutos públicos de investigación y sus universidades estatales.
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