En más de una reunión he visto simplificar "sostenibilidad" a gestos loables pero simbólicos: imprimir menos, reciclar papel, "cuidar el medioambiente" en abstracto. Es comprensible, pero insuficiente. La sostenibilidad es un marco amplio que integra dimensiones ambientales, sociales, económicas e institucionales. Si de verdad queremos lograr un cambio, conviene referirse a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.
En vez de inventar desde cero cómo "ayudar", ya existe un mapa global trazado por especialistas y países que prioriza lo urgente. La cuestión se reduce a estudiar esas prioridades y preguntarnos, según nuestras competencias, dónde aportar. La inteligencia artificial (IA) actúa como multiplicador transversal y puede apoyar casi todos los ODS. A continuación propongo dos ejemplos concretos:
Ejemplo 1 - Protección de la niñez en español. Recientemente realizamos un meta-análisis con revisión sistemática sobre detección de grooming en textos: conversaciones donde un adulto busca ganarse la confianza de un menor con fines de abuso. La literatura avanza rápido en inglés, pero encontramos una brecha seria de datos abiertos en español. Los matices del lenguaje modifican patrones, modismos y señales de alerta. Impulsar corpus en español -textos curados y anonimizados- y modelos de IA que los aprovechen fortalece la prevención y la persecución del delito (ODS 16) y, de paso, reduce brechas al incluir a comunidades hispanohablantes hoy subatendidas (ODS 10) y fomentar alianzas para compartir datos y buenas prácticas (ODS 17)
Ejemplo 2 - Evaluaciones más humanas en neurorehabilitación. En un estudio con niñas y niños con hemiplejía, reemplazamos pruebas de marcha extensas por una medición breve en plataforma de fuerza: 8 segundos de pie con ojos abiertos y 8 segundos con ojos cerrados. Con esas señales entrenamos un modelo de aprendizaje profundo que predice con alta precisión el hemisferio afectado. Según especialistas clínicos, el proceso se vuelve más humano y menos demandante para quienes tienen dificultades motoras, sin perder rigor diagnóstico. Es IA aplicada a salud y bienestar (ODS 3) con foco en acceso y dignidad del paciente.
Emprender también suma. A veces se piensa que "ayudar" y "hacer empresa" son caminos separados. No tiene por qué. La IA habilita modelos sostenibles que resuelven problemas reales y, a la vez, son financieramente viables: detección temprana de enfermedades, sistemas de alerta ambiental, logística más eficiente o plataformas educativas personalizadas en contextos vulnerables (ODS 8 y 9). Ese binomio acelera adopción y escala, sobre todo con alianzas público-privadas y académicas (ODS 17).
La IA no es una varita mágica. Requiere datos de calidad, resguardo de privacidad, explicabilidad, mitigación de sesgos y evaluación de consecuencias no intencionadas. La brújula de los ODS ayuda a priorizar y a rendir cuentas: ¿qué objetivo movemos?, ¿con qué evidencia?, ¿a quién beneficia?, ¿a qué costo?
Desde Chile estamos aportando en esa dirección, con proyectos de seguridad infantil en español, herramientas de apoyo clínico y soluciones que vinculan investigación con necesidades locales. He aprendido que, cuando sostenibilidad e inteligencia artificial se miran a través del lente de los ODS, dejamos de acumular buenas intenciones y empezamos a construir resultados medibles, relevantes y, sobre todo, más humanos.
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