Al llegar un cambio de año es necesario detenerse a discutir cuáles fueron las tendencias tecnológicas que más aportaron a las personas. Durante 2016 vimos la consolidación de la realidad virtual, un fomento en el desarrollo de aplicaciones locales y el crecimiento de una oferta digital para pequeños y grandes negocios.
Pero dentro de este balance es imposible no mencionar al llamado Internet de las cosas (IoT por su sigla en inglés). Este concepto se ha instalado para definir toda creación que permite conectar objetos a la web con el fin de operarlos, monitorearlos o medir su rendimiento. No obstante, lo que necesitamos con urgencia es dejar de hablar de Internet de las cosas como algo lejano y abstracto, y comenzar a pensar en el Internet de las personas.
Si bien la tendencia de IoT en Chile está en pañales en este aspecto, empresas, entidades públicas y universidades están trabajando en iniciativas que promueven el vínculo humano y el beneficio práctico del Internet. Algunos ejemplos son el Desafío IoT de Inacap, apoyado por Cisco, Corfo y Samsung; o el Comité Internet of Things, promovido por la Universidad Católica con apoyo de privados como Entel y Google. Estos proyectos buscan las más innovadoras ideas del país con el fin de dar con soluciones para cambiar el día a día de las personas.
Según la consultora mundial IDC, existen 13 mil millones de “cosas” conectadas en el mundo y se proyecta que para el 2020 la cifra llegue a los 30 mil millones. Las preguntas claves al ver este pronóstico son:
¿Necesitamos conectar todas las cosas a Internet? ¿Cuáles son más importantes que otras? El criterio debería siempre estar guiado por beneficiar la rutina de las personas, mejorar sus vidas. Es más, otro dato interesante que evidenciaron los reportes de IDC es que el 90% de los datos de IoT estarán alojados en plataformas de servicio. Si unimos esto con los hogares de las personas, podremos hablar de la conectividad en beneficio de la gente.
Así hemos visto nacer casos puntuales que necesitamos promover. Un ejemplo es Kuyenray, proyecto orientado a mejorar procesos en la salud pública por medio de un sistema que utiliza como base el IoT en la clasificación de emergencias de pacientes, en centros de Servicios de Atención Primaria de Urgencia del país.
Otro ejemplo fueron lanzamientos que vimos nacer en la feria internacional de electrónica de consumo IFA, en Berlín, y ya están en Chile, como el modelo de lavadora Addwash. Ésta permite a través de la conexión a Internet, ahorrar el tiempo de las personas programando lavados desde un smart phone, cuando se está fuera de la casa. Sin embargo, necesitamos ver más casos, más opciones que solucionen problemas cotidianos.
La idea principal de una penetración más masiva y humana del IoT, es que ésta se extienda a todo ámbito de la vida de forma organizada y amplia.
Si consideramos los datos presentados, la idea es que el avance de esta tendencia nos lleve a una conectividad de nivel superior. Por esto, debemos crear ecosistemas más conectados a través de plataformas de atención y productos más inteligentes.
El avance del IoT es un tema que concierne a todas las empresas del sector tecnológico y público, ya que incluye factores como la seguridad, la interacción, modelos de conectividad y almacenamiento, en beneficio de un óptimo funcionamiento. Es clave que los fabricantes e instituciones trabajen juntas en beneficio de facilitar las actividades cotidianas de la gente.
Sin embargo, aunque programar desde nuestros vehículos públicos hasta un electrodoméstico es clave, hay que recordar siempre que el fin son las personas. Ese es el concepto del cual debemos partir y discutir.
Necesitamos pensar los esfuerzos en tiempo y recursos en mejorar la vida de cada uno, tanto al momento de diseñar tecnologías, como al poner esfuerzos en investigación, promoción de ideas o servicios.
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