Hace un par de décadas, nos admirábamos por los hogares inteligentes que mostraban las películas o incluso los dibujos animados. Hoy en día, la posibilidad de contar con electrodomésticos que se sincronizan entre sí para aportar en la vida de las personas, dejó de ser ciencia ficción y ya es realidad. Gracias a Internet de las Cosas, ese futuro que antes solo imaginábamos, hoy ya lo vivimos.
De acuerdo a Business Insider, se estima que en el 2020 habrá 34 mil millones de dispositivos conectados a Internet y que cerca de seis billones de dólares serán invertidos en soluciones relacionadas con IoT (por su definición en inglés) en los próximos cinco años. Pero, ¿qué significa vivir en una época en donde este concepto está presente en el día a día de tantas personas en Chile y el mundo?
Pensemos, por ejemplo, que nos queda poca comida en el refrigerador. A nuestro dispositivo móvil llegará una alarma que nos avise que debemos comprar, o incluso nos pedirá autorización para hacer el pedido en línea, en base a nuestro historial de compras. Y si hacemos caso omiso y no compramos, el refrigerador inteligente nos puede sugerir una receta que utilice los pocos ingredientes que nos quedan.
Este factor de inteligencia es lo que muchas familias esperan recibir de la tecnología, y es algo cada vez más frecuente y resuelve muchos de sus problemas cotidianos.
Otros aspectos que hoy se pueden solucionar más fácil que antes: el lavado, la programación de la seguridad de los hogares e incluso el tránsito por las calles de la ciudad, por tan sólo nombrar algunos.
Este comportamiento ha generado un impacto tal en el desarrollo de soluciones centradas en Internet de las Cosas, que incluso se proyecta un 25% de crecimiento del mercado de IoT, de acuerdo a las cifras más recientes entregadas por IDC. Las proyecciones indican que nuestro país quedará 10 puntos arriba del promedio de Latinoamérica y que las industrias con mayor proyección de implementación de estas soluciones serán Retail, Manufactura y Transporte, todas con crecimiento sobre el 20%.
Hoy somos capaces de ver cómo nuestro ecosistema de productos aporta a este desarrollo. Smartphones que son verdaderos centros de mando para controlar otros dispositivos en la casa; refrigeradores que aportan en la gestión de los alimentos de la familia, que sirven como centro de entretenimiento y de monitoreo gracias a cámaras integradas que pueden ser revisadas desde el celular o Tablet, o aires acondicionados que se controlan remotamente para que nuestra casa tenga una temperatura perfecta cuando lleguemos del trabajo, dejaron de ser una fantasía y están cada vez más al alcance de todos.
En nuestro país sin ir más lejos, contamos en el retail con equipos como la lavadora AddWash, que permite conectarse a un smartphone para programar lavados, detener ciclos de forma remota, o recibir alertas de posibles fallas en el equipo.
Esta rápida adopción debe empujar a los actores del mercado tecnológico a una apertura, a seguir investigando y desarrollando soluciones que vayan en beneficio de los usuarios y que permitan una fácil integración en beneficio del usuario.
La tecnología debe ser de fácil acceso, y los fabricantes debemos tener en cuenta que cualquier mejora que se pueda añadir a la fabricación de un dispositivo, y de su interoperabilidad con otros, puede y debe seguir transformando por completo la vida como la conocemos hoy, y como la imaginamos en los próximos años.
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