Después de casi dos años de una dura pandemia de Covid-19, los programas de vacunación demostraron su eficacia. Dejamos de usar la mascarilla en espacios abiertos y también en algunos espacios cerrados como salas de cine, oficinas o salas de clases. También volvimos a viajar aprovechando las ofertas para ir a Europa o el Caribe, tomar un avión y llegar en pocas horas a nuestro destino.
Pero también existen otros viajeros no humanos que atraviesan casi sin parar de un hemisferio a otro. Algunas especies de aves migratorias van desde Alaska a Patagonia en temporadas estacionales como parte de sus ciclos de vida. Este movimiento masivo de aves también puede producir problemas en la transmisión de enfermedades como lo vivimos con el Sars-CoV-2, generador del Covid-19. No pudimos viajar, las fronteras se cerraron y ya conocemos el resto de la historia.
Lamentablemente, con las aves no podemos aplicar la "tolerancia cero"; para eso tendríamos que cerrar los cielos, enrejarlos... difícil tarea.
Este verano una nueva forma altamente patógena de gripe aviar se ha extendido por las poblaciones de aves silvestres en todo el hemisferio norte. Los niveles sin precedentes de mortalidad observados en algunas especies de aves, registrándose más de 400.000 aves no avícolas muertas (incluidas las aves silvestres), han dejado a los científicos y conservacionistas extremadamente preocupados por los impactos a largo plazo de la enfermedad y su posible avance hacia otros lugares lejanos.
La H5N1 HPAI (traducido del inglés como virus de la influenza aviar altamente patógeno) ha causado mortalidades masivas en aves de corral: más de 37 millones de pollos han sido sacrificados solo en los Estados Unidos y muchos países europeos también han sacrificado aves de corral y aves silvestres domesticadas en cantidades sin precedentes.
En junio de este año, el virus incluso ha afectado algunas especies de aves del Ártico. A la fecha, en 3.700 aves silvestres el virus H5N1 ha sido detectado en Estados Unidos, incluyendo 47 estados.
La propagación del virus ha continuado por el Pacífico en países sudamericanos como Ecuador y Perú. Este último declaró la alerta sanitaria por 180 días ante la presencia de influenza aviar altamente patógena subtipificada como Influenza A H5N1 en el pelícano (Pelecanus thagus), que ya ha causado más de 13.000 muertes de esta ave.
Sin embargo, la gripe aviar H5N1 sigue siendo una enfermedad rara en los seres humanos; ha habido 863 casos humanos de la HPAI H5N1 con 456 muertes entre 2003-2021.
Como todos los veranos australes, comenzaremos a recibir en nuestras costas y en la Patagonia, especialmente, aves migratorias que vienen desde el Hemisferio Norte. Por esto, es necesario tomar las precauciones necesarias para monitorear estas poblaciones y las aves silvestres de Patagonia, teniendo en cuenta que podrían tomar contacto con aves antárticas, que también se desplazan entre las islas subantárticas y la península Antártica (por ejemplo, la paloma antártica, los albatros o los petreles).
Debido al alto riesgo de que la influenza aviar altamente contagiosa sea introducida en la Antártica durante los veranos australes 2022/23 y 2023/2024 producto de la migración de aves marinas, la comunidad científica ha realizado una serie de recomendaciones.
Entre estas se propone que las personas que trabajan con poblaciones de aves silvestres, o cerca de ellas, deben asumir que la HPAI H5N1 llegará de un momento a otro a la región subantártica y a la Antártica. Por lo cual deberán de tomar precauciones para protegerse (incluido los elementos de protección personal apropiados) y mantener la más alta bioseguridad para prevenir la transmisión entre las colonias de aves.
Todos los Programas Nacionales Antárticos y los operadores turísticos deberán supervisar las colonias para detectar signos de H5N1 antes de acercarse, especialmente en las zonas migratorias de especies como skúas, gaviotas y petreles gigantes. Los turistas no deberán entrar a las colonias, y las áreas de alta densidad de vida silvestre con sospecha de gripe aviar altamente patógena deberán realizar los análisis de riesgos en cuanto a qué actividades deben continuar o detenerse.
Como la institución encargada de incentivar el desarrollo de la investigación científica, tecnológica y de innovación en la Antártica, en el Instituto Antártico Chileno hemos formado desde octubre un grupo de especialistas en aves que forman parte del Programa Nacional de Ciencia Antártica y tomado acciones concretas respecto de monitorear la posible llegada de virus y su posible impacto en las poblaciones de aves.
En esta LVIII Expedición Científica Antártica habrá, al menos, cuatro grupos de investigadoras e investigadores pesquisando la presencia del H5N1 en poblaciones de aves y mamíferos en las islas Shetland del Sur y en la península Antártica. Así como ya aprendimos a vivir con el Sars-CoV-2 en la Antártica, quizás deberemos aprender a convivir con este nuevo virus.
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