Día Internacional de los Pueblos Indígenas

Hace 28 años, un 24 de diciembre de 1994, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 9 de agosto de cada año como el Día Internacional de los Pueblos Indígenas del mundo. Chile contribuyó con su firma a esta declaración. Entre los considerandos principales de la Resolución 48/163, se reconoce "el valor y la diversidad de las culturas y formas de organización social de las poblaciones indígenas del mundo" y se pide a los países "y representantes de las Naciones Unidas en países en donde haya poblaciones de indígenas, que fomenten, por los cauces correspondientes, una mayor participación de ellas en la planificación y ejecución de proyectos que les atañen (13b). El marco de principios fundamentales está precedido por la expresión de conciencia acerca de "la necesidad de mejorar la situación económica, social y cultural de las poblaciones indígenas respetando plenamente sus características distintivas y sus propias iniciativas".

Esta fecha internacional de los PP.II. del mundo es celebrada por indígenas a nivel mundial y cada año concita enorme interés social, cultural y político en diversas naciones. Los gobiernos se plantean con distancia todavía respecto de esta conmemoración, por diversas razones, muchas de ellas fundadas en desconocimiento, desinformación, falta de voluntad política y en algunos casos por una franca animadversión por el surgimiento de un gran protagonismo de los indígenas en el mundo cuando demandan sus derechos ancestrales.

En Chile estamos viviendo este proceso. A nivel social esta fecha es socialmente considerada y diversas comunidades y movimientos indígenas la celebran. Los gobiernos democráticos no la consideran e incluso la desconocen, como en el caso de conservadores. Las llamadas administraciones "progresistas" tampoco han sido proactivas. En cuanto a medios de prensa, son contados aquellos que le brindan a este tema un espacio importante.

En el actual escenario de debates relativos a la decisión de rechazar o aprobar una nueva Constitución que ahora incluye, después de 212 años de marginación, a los pueblos indígenas, es notable que los derechos indígenas que se consideran son rechazados por los conservadores y, aún entre personas de izquierda y centroizquierda, emergen veladas manifestaciones de racismo o discriminación, sobre la base de "dudas", "cavilaciones" y "preocupaciones" porque el nuevo texto constitucional contendría una "excesiva influencia indigenista".

Y, sin embargo, los derechos que demandan los PP.II. vienen siendo puestos en diversos debates institucionales desde 1989, cuando se firmó el Pacto de Nueva Imperial y, principalmente, cuando el Estado chileno reconoció oficialmente las graves injusticias cometidas con los indígenas en el histórico Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Nuevo Trato, entregado al país en abril de 2004.

Hoy, el mundo conservador se empeña en mostrar a los indígenas casi como "enemigos de la unidad nacional", que pretenden constituirse en "una clase con derechos privilegiados", que serán poco menos que dueños absolutos de diversos territorios que dividirán al país, etc. Las expresiones del mundo conservador son reconocibles con distintos tonos desde el inicio del Estado nacional en 1810. Nunca consideraron a los indígenas como naciones preexistentes. Nunca le confirieron reconocimiento a su historia. El desprecio y la humillación fueron los medios con los cuales los marginaron e invisibilizaron. Los pueblos indígenas fueron considerados irrelevantes y sin ninguna importancia cultural. Su política estatal fue negacionista. Lo dice el informe oficial ya citado.

Este 9 de agosto, el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, debería ser considerado una oportunidad para iniciar la construcción de un entendimiento político fundamental entre la sociedad chilena, el Estado y los pueblos indígenas de Chile. Pero esto no es posible con la Constitución de 1980, y el proyecto de nueva Constitución abre las puertas para aquello, de ser aprobada por el pueblo de Chile, expresando con ello la convicción y compromiso de reconocer y valorar la rica diversidad social, política y cultural que representan los pueblos indígenas de Chile. Queremos caminar juntos en este proceso, chilenos e indígenas. Pero esto no se puede lograr con los indígenas debajo de la mesa o solo mirando desde la vereda del frente. La nueva Constitución resuelve en gran parte aquello.

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