Porkland y el olvido de Tiltil
El país aún recuerda con estupor lo ocurrido en Freirina, con la planta faenadora de cerdos de Agrosúper. Malos olores y problemas sanitarios. Y una nula respuesta de parte de la autoridad y la empresa privada. ¿Qué se logró con ello? Que la comunidad se alzara, no de la mejor manera, para poner fin a lo que ellos sentían como una violación a su dignidad.
Pocos años después, otro grupo de chilenos, de un sector pobre del norte de la capital, está viviendo algo parecido. Se trata de los vecinos de la comuna de Tiltil, que llevan años soportando los nauseabundos olores de la empresa de cerdos Porkland.
Múltiples multas, varias denuncias a las entidades ambientales, y la comprobación empírica de este propio intendente sobre los malos olores del lugar, nos permitieron clausurar parcialmente Porkland, cerrando 4 pabellones y concordando un compromiso para reducir cuatro mil cerdos. Pero claramente es insuficiente. Uno hubiese esperado que a esta altura hubiésemos aprendido la lección, y que tanto la empresa privada como el tribunal ambiental entregaran respuestas más claras y contundentes a los vecinos.
Yo me pregunto. Esta planta, que ha incumplido reiteradamente con los estándares establecidos por la resolución de calificación ambiental,
¿cuánto hubiese resistido abierta si esos olores, en lugar de afectar a los modestos vecinos de Rungue o Montenegro, hubieran llegado a los vecinos de Vitacura, Las Condes o Providencia?
Generalmente, en nuestro país las instituciones perciben de mayor manera la presión cuando surge de sectores que tienen más acceso a las autoridades y a los medios de comunicación.
Por ello, nos alegramos de esta buena noticia para la comunidad de Til Til, que se consiguió gracias a la alianza entre vecinos, las instituciones de gobierno y el municipio. Nuestro Plan Integral del Gobierno Regional, ha puesto en el candelero la irresponsable actitud de empresas como Porkland, que se han instalado en el sector y no han cumplido con la normativa, desmejorando notoriamente la calidad de vida de sus habitantes.
Como Santiago tenemos una deuda con Til Til y estamos empezando a pagarla. Paso a paso.
No tenemos problemas de que las empresas se instalen en esa comuna, pero les exigimos que respeten el medioambiente, la dignidad y la salud de su gente. Para que chilenos y chilenas, que tiene los mismos derechos que el resto, no vuelvan a ser tratados jamás como ciudadanos de segunda categoría.
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