El vómito oscuro de la TV ¿y lo luminoso?

Sergio Canals
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El título podría haber sido “El vómito negro”, haciendo referencia a un artículo que menciona a la desconocida materia oscura física, como una “sopa negra” invisible, donde flota toda la realidad.

Bueno, hoy una crítica de TV, dando sus razones, califica de “bueno” al reality “Mundos Opuestos”, pero nos advierte antes que este tipo de programas son “…un compendio de lo más infame que vomita la TV actual: material de densidad escasa e ínfimo interés, hecho para el consumo fácil y cuyo fin es aprovechar el lado oscuro de la condición humana”.

Saludo el coraje de la crítica Ximena Villegas, parecido al coraje político de Walker y Larraín, aunque proporcionalmente es más débil, ya que podrían haber comenzado su propuesta mencionando un compendio de los materiales espectaculares más infames, que aún vomita la política actual.

Pero, parece ser la TV, la que vomita con un contenido oscuro, una sopa negra que tragamos diariamente.

Vómito oscuro, que los chinos con 1.200 millones de espectadores y más de tres mil canales, después de llamarlo “tendencias vulgares”, decidieron fieles a su ideología, censurar y controlar en los programas, porque afectaban el “sistema de valores socialistas”, con prohibiciones editoriales, como… “no discutir temas vulgares relacionados con el sexo, no exaltar el materialismo ni otros puntos de vista incorrectos sobre el matrimonio…”

Como en Chile, por suerte, existe la libertad de expresión con auto censura ética, y sólo la regulación del CNTV en base también a ciertos valores (¿cuáles?) a preservar, no tenemos el problema chino, pero sí el de un flujo constante de materia negra programática, que vomitan, en un silencio paradójico, ¿pero también de índole valórica ideológica?, los canales de TV abiertos.

Como estos programas de entretención, son mayoritariamente de gusto popular masivos y vulgares, especialmente en su visión de la familia, el matrimonio y la sexualidad, sobre la violencia en todas sus dimensiones, “a-perlados”, “a-yingados”,farandulizados,(en muchos casos), y regulados finalmente por consideraciones del mercado, (financiamiento y rating), cabría preguntarse, porqué, y si nos gusta, consumir los vómitos de una parte de nuestra realidad, que parece ser bastante viscosa, negra y espesa.

La respuesta, estimado lector, la tiene usted, pero le advierto que los intentos son muchos, y van desde acudir a las motivaciones pulsionales,fantasmáticas y placenteras del eros y el tanathos (pan y circo-romanos), pasando por una necesaria búsqueda de identidad y sentido, a las necesidades de la masas, (que yacen en su imaginario colectivo), de auto- observarse y escapar de una realidad que a-parece agobiadora, vacía, diaria y tediosa, a través de un simulacro digital, narciso y embriagador, espectacular (de espectáculo) y televisivo, característico de la videósfera y la pos-cyberdelia de hoy.

¿O será sólo porque “es lo que hay”, (y se ofrece) en la TV, creyendo que satisface las “necesidades de la gente”?

Por mi parte, como ya lo he dicho, creo que en todas las personas, independiente de su origen y realidad económica y sociocultural, la búsqueda de sentido en la entretención y lo placentero, va siempre acompañada de la necesidad de amar, la creatividad, el bien, la verdad, y la belleza, por lo que ningún programa, in-dependiente de temas, contenidos y formas, debiera renunciar a estos, en una propuesta siempre personalizadora y comunitaria.

Para reforzar lo anterior, con un ejemplo, creo que debiera mostrarse en horario “prime time”, un extraordinario y hermoso programa del cable, en “ARTV”, sobre esa delicada, antigua, y ahora moderna forma musical, que es el “fado”, en su contexto histórico, artístico, social y político en Portugal.

Fue imposible no emocionarse hasta las lágrimas (en mi caso), ni tampoco dejar de enamorarse de la bella “Mariza”, espiritual y sensual a la vez, cuando más que su boca, eran sus grandes y hermosos ojos melancólicos, de mujer y artista, los que cantaban con una emocionalidad hipnótica, y cautivadoramente histriónica, a Lisboa, la vida y el amor.

¿Por qué no todos tienen derecho a disfrutar de la realidad luminosa en la TV?

(Les aseguro que también es de necesidad, gusto masivo, y consumo popular, aunque algunos no lo crean).

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