El ajetreo político, social y económico no nos permite ver interpretar modificar los formatos y recrear las estructuras que nos atan al pasado cultural del siglo XX.
La zona de confort la queremos mantener en todos los ámbitos…y no nos acordamos del dicho ¡para ganar hay que saber perder!
Vivimos en una situación de crisis constante, esa es nuestra realidad planetaria, la tensión de vivir y morir nos provoca un sinfín de inseguridades y reflexiones que no siempre nos llevan a tomar las mejores decisiones políticas, económicas, familiares o personales en el mundo que transitamos hoy.
Los medios de comunicación y su mal uso no nos ayudan a la adquisición del conocimiento de calidad que necesitamos culturalmente para no confundir los valores y los derechos humanos con los derechos al consumo desenfrenado y a la libertad de elegir productos que nos ofrece el sistema de administración vigente.
Contamos con la información que nos demuestra que no solo debemos tomar conciencia sobre el daño que nuestra prosperidad económica desigual, lograda sobre la base del desarrollo industrial versus la explotación del hombre por el hombre, como decía Marx, y de la cual tomamos conciencia de las múltiples causas que provoca nuestra asimetría social e intentamos la aplicación de nuevas respuestas a las cuestiones que nos compelen en nuestra cultura, desde el acceso a la información que todos tenemos.
Además nos enfrentamos a la información manipulada por las redes sociales y medios de comunicación que transforman a la opinión publica con su diversidad de voces en un griterío virtual que nos conduce a ver y escuchar muchas más tonterías que ideas y propuestas inteligentes sobre la realidad que vivimos.
De alguna manera con tanta información a nuestra disposición, elegimos la peor noticia, la más fácil, la más superficial.
Así nos pasa con la elección presidencial, con la elección de colegio para los niños, con la elección de AFP, con la elección de amigos…tomamos más en cuenta la competencia económica, la entretención, el atajo, hagámosla cortita. No queremos salir de la zona de confort, queremos perpetuar al diablo conocido.
Este sistema económico nos da mucha libertad para elegir distintos productos y poca libertad para exigir nuestros derechos humanos. Es hora de no temer a lo desconocido, a lo nuevo que está golpeando la puerta, vivamos la diferencia.
Más allá de la influencia de las tecnologías de la información y comunicaciones en nuestra cultura, nos encontramos con los valores de la solidaridad, de la colaboración, de la creatividad, del respeto y tolerancia, la paz, honestidad y sencillez entre otros, ellos, nos esperan para inspirarnos mejor y darle una vuelta.
No nos quedemos con los viejos esquemas de desarrollo, para ganar hay que saber perder. Vamos por nuevas estructuras que sostengan el desarrollo integral que necesitamos hoy.
La cultura que viene, ya está aquí.
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