Faltaban cuatro minutos para las tres de la tarde de ese lunes y el avión F-31 avanzó por la pista del aeropuerto Olaya Herrera de la hermosa ciudad de Medellín, en Colombia. De pronto, cuando aún no alcanzaba la velocidad necesaria para despegar, su motor derecho explotó.
De eso hace hoy 84 años.
El piloto quiso controlar la dirección de la nave pero no pudo evitar que se estrellara con otro avión detenido en la losa, que aguardaba su turno para decolar. Entonces sobrevino la segunda explosión y ambos aviones se incendiaron.
Así murió Carlos Gardel, aquel lunes 24 de junio de 1935 junto a otros 16 pasajeros y tripulantes del avión que debía llevarlo a la ciudad de Cali. En medio de las llamas se apagó para siempre la voz del mayor ídolo del tango y la música argentina. Y en ese momento nació el mito en torno al cantante, músico, compositor y actor que a sus 45 años había alcanzado el más alto sitial de la fama.
En los comienzos de su carrera, bautizado como el “Zorzal Criollo”, el joven intérprete visitó Chile durante dos meses, entre septiembre y noviembre de 1917 junto a su amigo, el guitarrista uruguayo José Razano. Con un repertorio de música folklórica, Gardel y Razano actuaron en Santiago, en el teatro La Comedia que se hallaba en Huérfanos con Morandé y no en su actual ubicación de la calle Merced. También se presentaron en Valparaíso, Viña del Mar, Quillota... y volvieron a Santiago.
Una de las dudas que persisten dentro del mito de Gardel es el lugar donde nació. La versión más aceptada por sus biógrafos señala que fue en Toulouse, Francia, donde su madre, Marie Berthe Gardes, lo inscribió en el registro civil el 11 de diciembre de 1890 con el nombre de Charles Romuald Gardes. Tres años después, Berthe y su pequeño hijo llegaron a Argentina.
Otros biógrafos aseguran que el Zorzal nació en la ciudad uruguaya de Tacuarembó. ¿De dónde nace esta afirmación? En 1920, Gardel recibió una oferta para presentarse en España y se inscribió en el consulado de Uruguay en Buenos Aires, para acogerse a una ley que protegía a súbditos uruguayos residentes en otros países.
El argentino Juan Carlos Esteban, autor del libro “El Padre de Gardel” junto a los franceses Georges Galopa y Monique Ruffié, investigó esta etapa de la vida de Gardel. En declaraciones a La Nación de Buenos Aires afirmó que el joven cantante se registró en el consulado “como uruguayo nacido en Tacuarembó tres años antes de su verdadero nacimiento: se anotó como nacido el 11 de diciembre pero de 1887. Y en vez de poner Gardes, se inscribió como Gardel, su nombre artístico”.
Tres años después adoptó definitivamente la nacionalidad argentina.
Lo cierto es que el mito de Gardel traspasa todas las fronteras y se proyecta en el siglo XXI, porque dejó en la leyenda más de mil tangos, valses, milongas y otros ritmos urbanos que hoy conocen las nuevas generaciones. Tan vasto repertorio incluye títulos como "Silencio", "Esta noche me emborracho", "El día que me quieras", "Amores de estudiantes", "Adiós muchachos", "Por una cabeza" y, por supuesto, "Volver".
Amante de la hípica y poseedor de un gran carisma y fortuna material, nunca se casó ni tuvo hijos. En sus relaciones personales era extrovertido y simpático. Y sobre su vida sentimental, alguna vez declaró con cierta picardía…
… “Nunca me he enamorado de una mujer porque todas valen la pena de enamorarse. Y darle la exclusividad a una es hacerle una ofensa a otra”.
La fama lo llevó a salir de Argentina para brillar en escenarios de España, Francia, Estados Unidos y otros países. Incursionó como actor en el cine sonoro, que recién comenzaba. Y convirtió en éxitos de taquilla películas como "Luces de Buenos Aires", "Melodía de Arrabal", "El Día que me Quieras", "Rubias de Nueva York", "Cuesta Abajo" y otras.
En el Cementerio de La Chacarita, al cumplirse 84 años de la tragedia de Medellín, la tumba del “Zorzal Criollo” se vuelve a cubrir de claveles, como ocurre en cada aniversario de su muerte.
En Chile, en 1970, una estatua de mármol de cuatro metros de altura fue instalada en su homenaje, en el paradero 8 de la Gran Avenida José Miguel Carrera. Pero la escultura desapareció en septiembre de 1973, durante los días en que los militares quemaban miles de libros en las calles, cuando el general Augusto Pinochet instauró su dictadura.
Ninguna autoridad pudo explicar qué ocurrió con la escultura. Tal vez corrió la misma suerte que el monumento al “Che” Guevara, que fue dinamitado por los representantes del nuevo orden dictatorial.
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