Este año, el Premio Nacional de Arte ha sido entregado al insigne artista y educador Eduardo Vilches. Celebramos este reconocimiento a un artista que ha formado cohortes de profesionales del arte, y cuenta con un silencioso y admirable cuerpo de obra. Sin duda Vilches, nos dejará un gran legado y una lección de trabajo y perseverancia.
Me pregunto si tras su acertada premiación, los jurados, el ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, las autoridades de gobierno, los artistas y los operadores culturales, habrán reflexionado sobre la enseñanza que nos está legando Vilches.
Pues esta lección, no solo incumbe a sus méritos artísticos y pedagógicos, sino también a su compromiso con el arte, pese a un camino repleto de vejaciones y vulneraciones.
En estricto sentido lo que se viene a premiar hoy que no es sino el aguante frente a lo que es el distintivo nacional del medio de las artes visuales en nuestro país: su precarización y fragilidad generalizada.
A esto se suma la ausencia de un marco legislativo e institucional apropiado que pone a las artes visuales en una situación incluso más desmedrada que otras disciplinas artísticas.
No solo no tenemos un organismo público que se encargue de su fomento (como si lo tienen la música, el cine, el libro y ahora las artes escénicas), sino que además nuestros derechos de autor son vulnerados permanentemente debido a que no se ha actualizado la ley de propiedad intelectual que data de 1970, lo que la vuelve obsoleta e inaplicable en este campo.
De manera sorprendente, el actual gobierno, diez meses después de comprometerse a ingresar un proyecto de ley que resolviera esta situación, hoy se niega a patrocinarlo.
Es muy cierto también que la representación civil del medio de las artes visuales escasea, especialmente por la falta de cohesión e individualismo que se ha acentuado en los últimos lustros.
Sin embargo, algunas agrupaciones persisten todavía para hacer frente a los constantes atropellos y asimetrías con el cual hoy los artistas visuales deben enfrentar el ejercicio de su disciplina.
Es inconcebible que artistas connotados, artistas octogenarios, artistas que son premios nacionales de arte, como hoy Eduardo Vilches, que han sido reconocidos por el Estado y la ciudadanía, aun deban mendigar por que se respeten sus derechos de autor y laborales por parte de operadores políticos de turno, espacios culturales y galerías.
Las Artes Visuales en Chile han perdido su dignidad, en parte por causa de los mismos artistas, quienes han permitido vulnerar sistemáticamente sus derechos y con ello su propia dignidad.
Por esto urge crear un corpus de protección ha través del poder legislativo, ya que las autoridades, las mismas que premian, no han tomado en cuenta las modificaciones que se deben hacer para proteger a los artistas visuales en su creciente depreciación de derechos y precarización laboral.
Hago un llamado a la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados para avanzar en el proyecto de modificación de la antiquísima ley de derecho de autor, hoy inaplicable, por obsoleta, y a los artistas visuales para que unidos podamos remontar en el rescate de nuestra dignidad y de nuestros derechos.
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