Sobre lectura en Chile

A fines de abril se conmemoró el Día del Libro y la Lectura, y  poco después se entregaron los resultados del SIMCE 2016. En el área de lenguaje se evidenciaron avances en cuarto y sexto, pero también llamó la atención una notoria baja en segundo medio.

Uno de los lugares comunes al respecto es que en Chile casi nadie lee. Eso podríamos considerarlo verdadero hasta cierto punto, pues según estudios de CERLALC-UNESCO nos ubicamos dentro de los países más lectores de Sudamérica. Lo que se lee poco es lectura recreativa, o leer simplemente por placer. Al respecto se suele culpar al precio de los libros y a los planes de lectura obligatoria de los colegios.

En Chile los libros son efectivamente bastante caros, pero también hay un problema de prioridades. Muchos lectores potenciales no gastarán $10.000 en una novela, pero no se cuestionarán si ocupan la misma cantidad en una promo para un carrete de fin de semana.  Estamos concientes que dicha cantidad es prohibitiva para la mayoría de las personas, pero hay acceso gratuito al libro.

En Santiago tenemos Bibliometro y en todo Chile gran cantidad de bibliotecas municipales y de barrio, muchas muy buenas. Eso sin considerar Internet. Por otro lado, las editoriales solo se han dedicado a denunciar la piratería y proponer medidas basadas principalmente en la represión más que, por ejemplo, sacar ediciones baratas que conviertan en poco rentable el negocio de quienes copian libros. En todo caso, la cantidad de ventas de libros piratas es una muestra que interés por la lectura hay. Lo que no hay son ganas de pagar mucho.

A mucha gente se le oye decir “a mí no me gusta leer” lo que no deja de ser una declaración bastante curiosa. ¿No les gusta leer qué? Es como si alguien dijera “no me gusta comer”. ¿Comer qué? ¿Pizza, lentejas, pera, pollo, brócoli? ¿Leer ensayos, novelas románticas, cómic, filosofía, poesía? Hay tantas lecturas como lectores.

Sería ideal que esos no-lectores encuentren su lectura. Sea del tipo que sea y en el soporte que sea. El papel tiene la ventaja que se puede leer en cualquier momento, no hay que cargarle baterías ni depende de señal de internet.  Y en muchos siglos más, seguirá siendo legible pues su formato no se desactualiza. Con los formatos digitales se puede leer a oscuras, y puedes llevar una biblioteca de centenares de libros en un dispositivo que cabe en un bolsillo. No puedes leer una enciclopedia en una micro, pero a través de un dispositivo electrónico es posible.

Se suele culpar a los planes de lectura del colegio, que más que estimular espantan a los niños de los libros, pero creo que esto también es una verdad a medias. Si bien muchos escolares sentirán el leer como una obligación por obtener una nota, cierto porcentaje descubrirá a algún autor, estilo o tema que de otra forma jamás habría conocido.

Además, aunque muchos padres no lo entienden así, el colegio es solo una parte de la formación del niño. Lo más importante viene del hogar y se fomentará poco interés en la lectura si tenemos la tele prendida todo el día con charlatanes prediciendo terremotos y noteros hablando de farándula, y estanterías llenas de chiches en lugar de libros.

Finalmente, debemos sacarnos de la cabeza la idea de la lectura como algo serio, profundo y severo; una actividad a desarrollarse en una biblioteca añeja resguardada por una bibliotecaria de moño y lentes atenta a hacer callar a quien emita el menor ruido. Leer puede ser entretenido y no necesariamente ser algo solemne.

Leer cómics es leer. Lo mismo para novela gráfica, romances light o libros humorísticos. Algún fanático podrá argumentar “pero a mí no me gustan leer, me gusta el fútbol, po”. Y bueno, en una reciente entrevista a Qué Pasa, el futbolista Esteban Paredes reconoció haber descubierto el placer de la lectura y que le había servido para enfrentarse al mundo, principalmente a los medios. Eduardo Sacheri, Roberto Fontanarrosa, Eduardo Galeano y Osvaldo Soriano, por solo nombrar algunos, han escrito relatos entretenidos y maravillosos sobre el popular deporte.

Pero lean.

Si usted llegó hasta acá es porque le interesa el tema de la lectura. Lamentablemente, mi idea era llegar al público no motivado por el tema. Fracasé. Pero esperemos que se produzcan cambios positivos en el futuro y en la calle choquemos por estar leyendo en vez de hacerlo por estar mirando el celular.

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