Los primeros meses del año muestran un aumento de los femicidios en nuestro país. Ya van once mujeres asesinadas, incluido el brutal descuartizamiento de una joven colombiana.
Como parlamentaria, es un tema que me ha ocupado especialmente. Fui autora de la primera ley de violencia familiar y también de su modificación, que la perfeccionó en muchos aspectos.Ambas sirvieron para sacar a la luz este problema. Sin embargo, persisten falencias. En un nuevo proyecto estamos fortaleciendo las medidas de protección y apoyo a las víctimas y controlando de un modo más eficaz el cumplimiento de las medidas cautelares, como las prohibiciones de acercamiento.
También impulsé la ley que aumentó las penas y facilitó la investigación de los femicidios.Sin embargo, las leyes no bastan. Debemos enfrentar el tema desde una perspectiva integral y, muy particularmente, cultural. Detrás de estas agresiones hay un modelo de sociedad que minimiza a la mujer y que tiende a aceptar estas agresiones, explicarlas o reducirlas al ámbito de las parejas.
Un ejemplo lo vimos en el caso de la joven colombiana. Un medio de comunicación muy popular del país tituló “murió por amor y celos”. Pareciera que el desenlace fuera el final casi inevitable de una historia romántica. No. No murió de amor. La mató el machismo, en una conducta cruel y despiadada de su pareja.
Es el desenlace final de relaciones de poder, dominio y control que ejercen los hombres con sus parejas.
Aunque hay legislación en nuestro país aun las mujeres están muy desprotegidas frente a la violencia de género. Una mujer que denuncia violencia ante los tribunales y recibe medidas cautelares para su resguardo queda igualmente expuesta ya que no existe un sistema de control que haga efectiva estas medidas. Es hora que el país invierta en sistema de control telemático como el brazalete o aplicaciones de botones de pánico en celulares conectadas con planes cuadrantes y tribunales. Aunque se trate de medidas costosas, salvar la vida de las mujeres, no tiene precio
Debemos seguir atacando este problema con decisión. Si eres víctima, conversa, busca ayuda.
Si eres testigo de estos hechos, apoya, acoge y denuncia. Detener la violencia en los hogares y las parejas y terminar con los femicidios es una responsabilidad de todos.
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