Adela anda perdida

Adela, de 88 años, vagaba por el piso –2 cuando se encontró con un vecino y le comentó que estaba esperando el bus para ir al Parque Forestal. Lamentablemente, no era la primera vez. Ya la habían sorprendido durmiendo en el lobby del edificio y desorientada en otro piso buscando a la persona que le arregla el pelo.

Poco saben de ella, sólo que vive sola y que la asistente que tenía, dejó de venir. Antes de la cuarentena, Adela se movía sola, salía a comprar, participaba de las reuniones de la comunidad. Sin embargo, su salud mental se fue deteriorando en estos meses de encierro.

Sin visitas, con los vecinos enclaustrados y con prohibición de salir a la calle, su vida cambió. Esta es una realidad que no sólo le ha ocurrido a ella, sino a muchos otros adultos mayores que, producto del confinamiento, se vieron de repente más solos de lo que estaban antes.

Fono Mayor, una iniciativa del Servicio Nacional del Adulto Mayor, en estos meses de encierro por pandemia ha visto incrementadas las llamadas en un 400% respecto del mismo período de 2019 y la mayoría de ellas se relacionan con maltrato.

En “Piensa en Grandes”, el programa que hacemos en radio Cooperativa, el director del SENAMA, Octavio Vergara nos precisó que ese maltrato consiste en abuso físico, económico, sicológico y, sobre todo, en soledad y abandono.

En ese mismo espacio radial, donde sorteábamos libros entre quienes dejaran sus comentarios en la web, el concurso no prendía. Bastó que alguien propusiera agregar un teléfono para participar y nos llenamos de llamadas de auditores, muchos octogenarios, ávidos de concursar, desde los lugares más recónditos de Chile.

Es evidente cómo las soluciones tecnológicas de punta, que han sido tan útiles en tiempos de pandemia, a la mayoría de las personas grandes no les sirven.

No les acomodan, no son compatibles con la artritis o la artrosis, con las cataratas o la mala vista en general; la brecha digital es un hecho en este grupo etario, por razones prácticas, económicas y generacionales.

Según la CASEN del 2017, el 68,5% de los mayores de 60 años no usa internet y mientras más pobre, menor es el acceso y el uso. Y de los que utilizan internet, ¿cuántos saben conectarse a las redes sociales o pueden hacer una video llamada?

Adela, sin duda, no sabe hacerlo. No se aviene con la web. Y probablemente sí  tiene afinidad con la radio y el teléfono de números grandes y lo más convencional posible.

Pero, por familiar que resulte el medio utilizado, sin soporte humano cercano, sin compañía y ayuda, no hay comunicación remota que resulte.

Y la conexión se pierde y persona se extravía a causa del abandono y la soledad, que está siendo una epidemia aún más cruda que el coronavirus entre los adultos mayores. Bien lo sabe Adela.

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