En uno de los primeros ingresos al recinto, cuando aún era el siniestro Cuartel Terranova de la DINA, los miembros de organizaciones sociales y políticas de Peñalolén y La Reina que luchaban por la recuperación de Villa Grimaldi, se encontraron con una de las expresiones más gráficas de negacionismo sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura cívico-militar.
El recinto había sido arrasado casi por completo y su destino final era convertirlo en un condominio, terminando así la labor de cubrir las huellas del terror que se ejerció en sus dependencias por más de cuatro años.
Hoy, a más de veinte años de inaugurado el Sitio de Memoria Parque por la Paz Villa Grimaldi, un grupúsculo neofascista ha convertido el lugar en blanco preferido de sus ataques, buscando, aparentemente, impedir su trabajo de transmisión de la Memoria y Educación en derechos humanos, e intentando con sus actos amedrentar al público visitante y a sus trabajadoras y trabajadores.
La dictadura intentó borrar de la historia la existencia de este centro de tortura y exterminio. Primero desmantelaron las instalaciones donde estaban las celdas y salas de tortura, luego quemaron la torre y el ombú, para después traspasar de manera fraudulenta el terreno a una empresa constructora que demolió la casona.
De no mediar la movilización social de vecinos, familiares y víctimas directas de Terranova el lugar sería hoy un conjunto habitacional, parecido al que se construyó en el lugar donde funcionó el cuartel Lautaro de la calle Simón Bolívar.
El arrasamiento y sepultación de los sitios de Memoria y de Villa Grimaldi es por tanto una tarea pendiente para el terrorismo de Estado, que se mantiene latente y al acecho.
El actual grupo neofascista que nos hostiga desde las sombras se inscribe dentro de esa lógica, y es deber de la sociedad chilena en su conjunto enfrentarlos, en tanto sus agresiones afectan gravemente la convivencia democrática y generan situaciones que pueden derivar en hechos mucho más graves que un cartel insultante pegado en nuestro frontis.
Está claro que el grupo no cejará en sus intervenciones y eventualmente puede escalarlas a menos que las autoridades abandonen la pasividad y el silencio frente a estos hechos, identifiquen y sancionen este tipo de hostigamientos.
Volvemos a lamentar que el gobierno no avance en aprobar una legislación que combata el negacionismo con efectividad y que garantice el resguardo de los Sitios de Memoria, lo cual, por los hechos que se repiten en éste y en otros Sitios de Memoria, se hace cada día más necesario.
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