Campeones mundiales en equidad de género

Pablo Barrientos
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Recientemente, varios canales de televisión emitieron reportajes sobre Islandia, un país pequeño y helado que clasificó por primera vez a la Copa Mundial de Fútbol y que fue una de las locaciones de la famosa serie Game Of Thrones. Sus hermosos paisajes de “Hielo y Fuego” y sus altos índices de calidad de vida hacen de Islandia unos de los mejores destinos del mundo, y se destacó también que Islandia era el país más equitativo en términos de género.

Islandia obtuvo el título de “Campeón Mundial en Equidad de Género”, según el último Informe Global de Brecha de Género del año 2017, publicado por el Foro Mundial Económico (FME).

El FME es una institución internacional que promueve la cooperación entre el mundo privado y público para el mejoramiento de las sociedades y, desde el año 2006, publica un Informe Global sobre brecha de género.

La “brecha de género” puede entenderse como la diferencia entre las tasas de acceso, participación, beneficios y logros que se da entre hombres y mujeres en distintos ámbitos de la sociedad, como la economía, la política, la salud o la educación.

El Informe mencionado evalúa a los países según indicadores relacionados con la equidad de género, incluyéndose el ámbito de la participación política y económica de las mujeres, su nivel de acceso y logros en educación, así como la expectativa de vida y el acceso a la salud respecto de los hombres.

En este Informe, Islandia obtuvo los mejores resultados del mundo en cuanto a la participación política y económica de las mujeres, destacando sus leyes que aseguran la remuneración equitativa. Los países nórdicos, Noruega, Finlandia y Suecia, siguen obteniendo los primeros lugares de este ranking (y también en otros rankings internacionales), pero sorprendió que en el puesto número 5 apareciera un país africano, Ruanda.

En una nota[i] publicada recientemente por la National Public Radio (NPR) de Estados Unidos, se destacaba que, antes de 1994, Ruanda mantenía un sistema social con roles tradicionales de género, donde las mujeres eran en su mayoría analfabetas y se dedicaban al espacio doméstico y a la maternidad, es decir, las expectativas de estudiar e insertarse en el mundo laboral eran mínimas o nulas para ellas hace tan solo 24 años.

Pero el año 1994 todo cambió para este país; se estima que 1 millón de personas fueron asesinadas en lo que se conoce como el genocidio de Ruanda y alrededor de 200.000 mujeres fueron violadas.

Luego del genocidio, la población de Ruanda quedó conformada mayoritariamente por mujeres, lo cual motivó su participación laboral, política y económica, de manera similar a lo que ocurrió con las mujeres estadounidenses después de la II Guerra Mundial. A su vez, el actual presidente de Ruanda, Paul Kagame, ha promovido el empoderamiento de las mujeres y su acceso a cargos de poder, porque la crisis de su país requería de la cooperación entre hombres y mujeres.

Actualmente, más del 60% del Congreso de Ruanda es ocupado por parlamentarias. Ahora bien, la nota de la NPR menciona el reverso de esta situación: las mujeres en Ruanda, aun cuando ejercen cargos de poder, deben cumplir con los roles tradicionales en sus casas, planchar, servir la comida, cuidar a los hijos, tenerles la ropa lista y el agua preparada a sus maridos, entre otras. Esto ocurre mayoritariamente por temor a la violencia doméstica.

De esta manera, si bien Ruanda cuenta con indicadores que lo posicionan en el Top 5 de la equidad de género, es posible advertir que las capas más íntimas de la sociedad, como el hogar y la familia, no han sido modificadas en sus estructuras tradicionales.   

Chile figura en el puesto 63, y si bien subió 7 lugares respecto del Informe del año 2016, aún mantiene grandes deudas en equidad de género relacionadas con la participación política y económica de las mujeres.

El informe destaca el “modesto pero consistente” progreso de nuestro país en la dimensión de participación económica y oportunidades para las mujeres, así mismo, valora el mejoramiento de la participación política de las mujeres que se ha visto reflejado, por ejemplo, al contar por segunda vez con una presidenta.

No obstante, según cifras del INE del año 2016, el 71,3% de los hombres en edad de trabajar estaba inserto en el mundo laboral, mientras que sólo el 48% de las mujeres tenía trabajo.

Esta desigualdad, de más de 20 puntos porcentuales, se explica por la división sexual del trabajo, que demanda a las mujeres encargarse de realizar el trabajo no remunerado de sus hogares (el trabajo doméstico y de cuidado de personas), lo que limita su incorporación efectiva al mercado laboral.

Nuestro país cuenta con instituciones como el SERNAM (hoy, Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género), diversos Centros de Estudios sobre género, así como redes contra la violencia doméstica, que llevan décadas trabajando por la equidad y el empoderamiento femenino a través de publicaciones, capacitaciones y políticas públicas.

Sin embargo, año tras año, observamos cómo los puestos de poder de las grandes empresas e instituciones son ocupados mayoritariamente por hombres, leemos con cierta impotencia las cifras anuales de feticidios, ¡ya va un femicidio consumado y 4 femicidios frustrados en lo que va del 2018!, y cómo crece la brecha de género en los resultados académicos, sobre todo hacia los niveles educativos superiores. 

En esta línea, aparece como positivo que cada vez más se converse sobre temas como el acoso callejero y sobre movimientos sociales como #NiUnaMenos o #YoTambién, no obstante, aún es posible constatar que una gran parte de las personas cree que no existe la violencia de género ni los feminicidios, porque “la violencia también afecta a los hombres” o porque “son simples crímenes pasionales”; que no existe una desigualdad entre hombres y mujeres, porque “ellas ya han alcanzado suficientes derechos, qué más quieren”; que, en definitiva, somos distintos y está bien que haya ciertas diferencias en roles, preferencias y ocupaciones entre hombres y mujeres. 

Este breve diagnóstico de lo que ocurre en nuestro país y en las redes sociales sobre el tema de género, nos hace preguntarnos.

A nivel político, ¿se ha instalado realmente una preocupación por la equidad de género y el empoderamiento femenino en Chile?

En las escuelas, ¿se está educando a niños y niñas de manera que adquieran equitativamente los beneficios de aprender?

En el hogar, ¿qué diferencias se hace respecto de lo que pueden y deben hacer los niños y las niñas?

Los medios de comunicación, ¿se han ocupado de revisar sus contenidos sexistas y discriminatorios?

Y, por último, ¿serán prioridades para el nuevo gobierno los temas de género, equidad e inclusión?

Para terminar, recordemos que Oprah Winfrey, quien fue galardonada con el Premio a la trayectoria cinematográfica “Cecil B. DeMille” en los Globos de Oro 2018, dedicó su reconocimiento a las niñas y mujeres que han alzado su voz contra los abusos y las injusticias de las que son víctimas.

Referencias.

[i] Warner, Gregory (10/01/2018) “Rwanda Ranks In The Top 5 For Gender Equity. Do Its Teen Girls Agree?”, Washington, EEUU:  National Public Radio. Obtenido de https://www.npr.org/sections/goatsandsoda/2018/01/10/577018509/rwanda-ranks-in-the-top-5-for-gender-equity-do-its-teen-girls-agree

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