No tengo palabras para describir la muerte de Daniela Vargas, niña que por distintas razones, sin razones, quedó fuera de la posibilidad para ser trasplantada del corazón. Pensaba que con lo que ocurrió con Lissette, otra niña del Sename, fallecida no hace mucho, por negligencia, no volvería a suceder lo mismo con los niños que carecen de un soporte familiar.
Con todo es absolutamente impresentable que luego de suceder este verdadero genocidio y recién al salir a la luz pública, aparezcan de todos los sectores, los “defensores de la vida” que rasgando vestiduras alzan la voz con grandilocuencia denunciando los hechos, mostrando sorpresa y estupefacción.
Muchos somos los que al estar en ese Sename profundo hemos denunciado aberraciones, incoherencia ante el respeto y derecho a la vida, acciones de abusos y de desprotección contra algunos de los que se encuentran bajo la tutela del Sename y en particular con imputados y condenados.
A pesar de estas denuncias públicas nunca hemos sido llamados y/o consultados para conocer de primera línea qué sucede al interior de aquellos recintos, en muchas ocasiones, de opresión y exterminio de la esperanza y el sentido de la vida.
¿Dónde están los fiscalizadores que por misión y votación popular se les encomienda velar por la situación de los pobres, excluidos y abandonados?
¿Dónde los que tienen la tarea por el bautismo, vocación, ministerio, evangelización, ética y moral de cuidar la vida y denunciar todo lo que se le opone?
Ante una tragedia de la magnitud de Daniela aparecen algunos de estos “líderes”, cuales aves carroñeras, para alimentarse de las luces de los medios escritos, radio y TV.
La Tercera denuncia el domingo una presunta tragedia, ocurrida el 23 de octubre, con similitudes a un campo de concentración Nazi. Esta noticia nos alerta sobre un posible acto criminal en el centro de menores de Coronel. ¿Habrá que esperar que se sepa de uno o más fallecidos para que alguien asuma la responsabilidad que le compete en forma oportuna y no oportunista cuando ya nada se puede hacer.
El mismo medio informa que se abrió un sumario para investigar las responsabilidades en los hechos. Por experiencia propia, los sumarios administrativos, en algunas instituciones públicas, no son confiables, ya que se prefiere encubrir y negar las denuncias para protegerse a si mismo.
Como cita el Cardenal Medina un viejo adagio “al que le venga el sayo, ¡que se lo ponga!”
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