En el mes de agosto se celebra internacionalmente el día del niño, fecha instaurada por las Naciones Unidas para relevar la importancia de su bienestar integral y por consiguiente, la existencia de la declaración de sus derechos que fue establecida en el año 1959. Chile, adscrito a estos instrumentos jurídicos universales, se prepara nuevamente a celebrar este acontecimiento.
Sin embargo, este año las conmemoraciones nos encuentran como nunca mal parados. A lo habitual, el consumismo con que se relaciona esta fecha, donde ya se calcula que las ventas crecerán en un 10 %, se agrega la tragedia que se ha visibilizado en el SENAME. La cantidad de niños y niñas fallecidos, cifra que al parecer -con horror- sigue subiendo y subiendo, es una tragedia y una bofetada a nuestras declaraciones de hablar de respeto a los Derechos de los niños.
En efecto, siendo todos importantes, hay uno que está en la base: el de la vida, y en eso hemos fallado. Sería injusto decir que no nos preocupamos de muchos niños y niñas como país, y que no hemos atendido a los demás derechos, como el del juego o el de la educación, y todo lo que se está haciendo en diferentes áreas. Pero qué ocurre con la vida y el bienestar básico de sentirse querido y protegido. Lamentablemente no funciona en un grupo importante de niños y niñas del SENAME, de los programas vinculados, y también en diversos hogares en todo el país, donde aún hay maltrato infantil.
Este golpe final a todos los orgullos que teníamos los chilenos (supuesta escasa corrupción, clase política transparente, instituciones profesionalizadas, etc.), son los goterones que rebalsaron el vaso y nos lleva a la categoría de “indignados plenos “. Sin embargo, este malestar no debe quedarse en ello ya que ésta es una tarea de todos, partiendo por los que tienen directa responsabilidad.
Por tanto, en este día o mes del niño, junto con reiterar nuestra atención integral a los párvulos, escolares y jóvenes a nuestro cargo, tratemos de hacer algo por estos otros niños y sus familias que requieren del apoyo de todos los chilenos.
Quizás alguno es un vecino, o un compañero en el jardín infantil, en la escuela o en el Liceo; quizás hay alguna de estas casas de “protección” en el barrio, acerquémonos a preguntar cómo podemos colaborar en algo: ofrecer alguna actividad lúdica, musical, artesanal, etc.
La creatividad y esa solidaridad que ante las tragedias surge en nosotros, nos sugerirán sin duda, diversas formas de hacerlo, pero lo fundamental, es seguir exigiendo como ciudadanos al ejecutivo, a los legisladores y al poder judicial, que se hagan bien las labores que tienen asignadas al respecto. Así podremos, quizás en un año más, levantar la cara que por ahora, sólo mira al suelo de vergüenza.
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