El 3 de diciembre se conmemora el Día de la Discapacidad, una oportunidad de visibilizar a quienes viven muchas veces en el aislamiento; a quienes muchas veces no vemos, pues no hay espacios pensados para ellos. Estas fechas ayudan a reconocer la realidad de quienes tienen dificultades para integrarse a las tareas que la mayoría de las personas realizamos comúnmente.
Viene la Teletón, que es otra oportunidad de visibilizar parte de esta realidad. Es un momento en que todos los chilenos nos comprometemos con una noble causa como es la rehabilitación de miles de niños que de otra forma quedarían sin la posibilidad de integrarse plenamente a la sociedad. Pero no debemos quedarnos sólo con esta iniciativa que ocurre una vez al año y que si bien ayuda a instalar el tema de la discapacidad física y a satisfacer las necesidades de tratamiento, deja pendiente la tarea de la inclusión de personas ciegas, sordas o con limitaciones cognitivas.
La Organización Mundial de la Salud estima que el 15% de la población mundial está compuesta por personas con discapacidad. Esto claramente aplica a nuestro país, pues en Chile hay 2.5 millones de personas con algún tipo y grado de discapacidad. No hablamos sólo de discapacidad física, que es lo que se tiende a pensar con esta palabra, sino también aquellas relacionadas con lo sensorial, mental, intelectual, psiquiátrico, entre otras.
Las personas con discapacidad, al menos en Chile, tienen peores resultados académicos, una menor participación económica y por lo tanto, mayores tasas de pobreza.
Es por ello que la inclusión es quizás la palabra más importante en materia de discapacidad.
Sí. Porque pese a que no pueden considerarse una minoría, se sienten excluidas. Aún faltan escuelas que respondan a necesidades especiales de niños que requieren espacios para promover la participación, el aprendizaje y el juego.
Los adultos tienen serias limitaciones para integrarse al mundo laboral: se deben incorporar a las 1.625.000 personas con discapacidad que están en edad de trabajar, de las cuales el 75% se encuentra sin empleo, contribuyendo a su sensación de exclusión y pobreza.
En este sentido la nueva ley de Inclusión Laboral es un enorme avance pues exige que en empresas públicas y privadas con 100 o más trabajadores el 1% de empleos deben destinarse a personas en situación de discapacidad.
Quienes somos parte de nuestro país, debemos imponernos la tarea de eliminar cualquier forma de discriminación fundada en género, raza, credo, origen, situación socioeconómica o discapacidad, entre otras, pues todas tienen enorme potencial para desarrollar tareas o actividades en distintos ámbitos. Es vital generar condiciones para una plena inclusión de todos en nuestra sociedad.
Como judíos nos sentimos responsables de combatir la intolerancia pues conocemos cuáles pueden ser sus consecuencias. Es por eso que me enorgullece que en nuestra Comunidad exista un grupo llamado “Kulam” (todos) que acaba de realizar la “Primera Semana Inclusiva”, que busca articular a todas las instituciones para generar la inclusión integral de personas discapacitadas en la totalidad de los espacios comunitarios.
A nivel nacional, debemos sentir el llamado de contribuir a la inclusión, partiendo por educar a nuestros hijos para que amen, respeten y valoren lo diverso.
Aprovechemos el mes de diciembre para sensibilizar y concientizar a cada chileno sobre las implicancias de todos los tipos de discapacidad y hagamos un especial llamado para que el Estado y el sector privado apliquen políticas que faciliten la anhelada inclusión.
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