La fallida exposición ‘Hijos de la libertad: 200 años de independencia’, del Museo Histórico Nacional, dejó una serie de lecciones para quienes gestionamos sitios de memoria y de educación en derechos humanos. Entre ellas la necesidad de abordar con mucho cuidado y claridad la temática de los victimarios en nuestras propuestas museográficas y no dejar de tomar en cuenta la legítima sensibilidad de las víctimas y la ciudadanía frente al tema.
Hace unos cuatro años, en el Parque por la Paz Villa Grimaldi instalamos en el interior de uno de los hitos del sitio,‘La Torre’, un panel conteniendo el organigrama de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) que incluye desde los miembros de la junta militar hasta los integrantes conocidos de sus brigadas y agrupaciones operativas.
La iniciativa no estuvo exenta de polémica, pues algunas ex prisioneras se opusieron a ella argumentando que exponer en un mismo espacio imágenes de detenidos y detenidas desaparecidas o ejecutadas y de sus victimarios, aunque la muestra estuviera acompañado de aclaraciones por escrito, resultaba extraordinariamente violento en especial para los familiares de las víctimas y para los ex prisioneros que compartieron con ellas.
Aquel debate y en parte el generado entorno a la exposición ‘Hijos de la libertad’, nos mostró - por enésima vez -, la sensibilidad, legítima y respetable de ex prisioneros y prisioneras o de sus familiares, ante todo lo que pueda interpretarse como un empate con los criminales, o valoración, homenaje y expresiones ambiguas en su favor, imponiéndose una radical diferenciación entre los perpetradores y sus víctimas.
Hacer lo contrario significa lastimar a quienes sufren una sistemática ofensa derivada de la impunidad reinante, el peligro cada vez más cercano de retroceder en los pocos avances en justicia que hemos logrado, y el maltrato y la descalificación que las víctimas sufren a manos de autoridades y parlamentarios de extrema derecha.
De ahí que resulte comprensible la protesta frente a la figura de Pinochet incorporada a la exposición “Hijos de la libertad”. Cabe recordar que en el pasado reciente las reacciones no se han limitado a protestas por redes sociales, también han derivado en batallas campales como ocurrió con los homenajes públicos a Miguel Krassnoff y Augusto Pinochet.
El organigrama de la DINA que instalamos en ‘La Torre’ de Villa Grimaldi no es ambiguo. Tanto por su diseño y emplazamiento no deja lugar a dudas que se trata de integrantes de una organización criminal, diferenciados claramente con los cientos de militantes de izquierda que resistieron legítimamente a una tiranía y que fueron torturados, asesinados y desaparecidos por el aparato estatal más violento y cruel de la historia de este país.
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