“Era la noche del 19 de junio de 1909 y el barco a vapor “Oropesa” se acercaba a las costas de Valparaíso, de repente a lo lejos una luz, después otra, otra y cien mil más: habían llegado a Chile, mientras los pasajeros desde la cubierta observaban en silencio este maravilloso espectáculo. Esas luces simbolizaban la libertad, la esperanza, el porvenir, el recibimiento de la patria nueva”.
En ese barco venía mi bisabuelo, Isaac Smirnoff, fundador de la comunidad judía de Valparaíso, quien relató así su impresión al arribar a la “Perla del Pacífico”.
Esta pequeña historia es la misma que vivieron cientos de miles de inmigrantes que llegaron a nuestra tierra buscando un nuevo hogar, tal como el 3 de septiembre de 1939 arribó a nuestro puerto querido el Winnipeg donde mas de 2.000 almas llegaron escapando de España, siendo el mismo Pablo Neruda quien llevara adelante esta odisea.
Nuestro país está construido por inmigrantes de todo el orbe que han llegado a Chile en distintas épocas, por distintos medios y por distintas motivaciones. Algunos escapando de tiranías, persecuciones y genocidios, otros solamente buscando una mejor vida o por trabajo, pero todos con un común denominador: vivir en Chile, la “Copia Feliz del Edén”.
Pero no siempre han sido recibidos como se debe en la “Copia feliz del Edén”, también hemos visto con estupor la persecución y vejaciones que han vivido estos nuevos constructores de una sociedad mejor. No podemos tolerar este tipo de situaciones que nos humillan y denostan a todos, a cada uno de los chilenos. Más aún si se guardara silencio ante estas brutales señales de salvajismo. Hay quienes temen a lo desconocido y por eso lo odian sinrazón.
Desde hace un tiempo nuevas oleadas de inmigrantes han llegado a nuestro país: peruanos, colombianos, argentinos, venezolanos, españoles, etc., han arribado en los últimos 10 años de manera masiva. Chile necesita a los inmigrantes tanto o más de lo que ellos necesitan esta tierra. Nuestro país se ha visto beneficiado de esta rica conjunción de culturas, cada una dando un aporte al desarrollo de la nación desde distintos ámbitos, todos necesarios: albañiles, médicos, asistentes, ingenieros, diseñadores, maestros, etc., son tantos los ámbitos de competencia que sería una lista interminable.
Pero no nos engañemos, Chile esta lejos de una crisis migratoria. Hoy el promedio de inmigrantes en nuestro país es de un 2,8%, lo que está bajo el promedio mundial de un 3,2% y que en los países del OCDE supera el 11%.
Cuando muchos trabajamos en la promulgación de la Ley Antidiscriminación, también conocida como Ley Zamudio, sabíamos que algo estaba ocurriendo, sentíamos que habían ciudadanos que estaban viviendo un injusto trato, sea por su religión, orientación sexual, raza u origen y eso había que detenerlo.
La ley es perfectible y no basta solo con ella, también debemos educar a nuestros niños y a las nuevas generaciones en querer la diversidad, no tolerar, pues eso puede significar que no me gustas pero acepto tu existencia y no es eso lo que necesitamos. Hay que admirar la diferencia, valorar el aporte de quien no es igual a mí, escuchar y enriquecernos de su talento individual y entregar todo nuestro apoyo a quienes llegan a Chile.
Hoy se hace más necesaria que nunca una modificación a la Ley de Migraciones y ya es un hecho que no será una prioridad legislativa para el gobierno este año, el proyecto de ley ha sido reiteradamente aplazado en un país que necesita cambios en todas sus formas en relación a la inmigración.
También muchos compatriotas se vieron obligados a migrar en la dictadura de Pinochet y fueron recibidos con los brazos abiertos por países que entendieron que la mano hay que extenderla cuando gente de un pueblo está siendo perseguida por su ideología. Siempre la migración ha sido parte nuestra historia, si en los años cuarenta esto se produjo por el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial.
Hoy nuestro planeta ve el movimiento de pueblos enteros a distintos países en busca de una mejor vida, la guerra de Siria, la fracasada primavera árabe, la hambruna en áfrica o el deterioro de la vida en Venezuela son solo alguno de los motivos por los que esta era vive este fenómeno.
Estas migraciones no han dejado a nadie indiferente y han hecho surgir lo mejor y lo peor de nuestra humanidad, así como en Alemania se abren las puertas a quienes sueñan con un mejor porvenir y en Estados Unidos la discusión se ha convertido en parte fundamental de la sociedad en el último tiempo, en otros países como Francia, de la mano de Le Pen, surge con fuerza el nacionalismo mas bárbaro que pueda existir.
En Chile debemos extender nuestros brazos fraternamente a quienes vienen, los necesitamos, los queremos aquí, debemos demostrar que somos realmente la “Copia feliz del Edén” y que las luces de este país llenen los corazones de esperanza de cada uno de los que llegan a nuestro amado Chile.
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