En el Evangelio Jesús dice, dejen que los niños vengan a mí. Muchas veces nuestro Señor Jesús, puso a los niños, especialmente a los más pequeños, como un ejemplo de apertura y de inocencia para que sus discípulos acogieran de ese modo la buena noticia que él les anunciaba.
En estas últimas semanas, y lamentablemente en los últimos meses, nos hemos enterado con profundo dolor y gran estupor de la situación de centenares de niños, niñas y adolescentes que el Estado de Chile ha decidido retirar de la tutela de sus progenitores y parientes por constatar una grave vulneración de sus derechos.
Lo dramático de esta ya terrible situación es que son centenares los niños “protegidos” que han fallecido estando bajo la supervisión del Estado o de las entidades privadas colaboradoras de éste.
Desde el gobierno y las instituciones colaboradoras, entre las cuales hay muchas de las distintas Iglesias, confesiones religiosas, se ha manifestado un profundo interés por cambiar radicalmente la situación que incluye amenazas serias para la vida de quienes como sociedad nos hemos comprometido a defender.
Lo lamentable de muchas de las discusiones que se han visto en estas semanas es que pareciera que el foco esencial, la protección de los derechos de niños, niñas y adolescentes no fuera lo prioritario, sino el buscar una verdadera “cacería de brujas” o el desligar responsabilidades achacándoselas unos a otros mientras se sigue constatando la gran cantidad de niños que no son protegidos ni cuidados en el Chile de hoy.
Como Iglesia católica hemos reconocido con profundo dolor y vergüenza muchos errores que como institución hemos vivido en estos últimos años en el trato y cuidado de menores.
Con la misma franqueza levantamos hoy nuestra voz por los miles de testimonios de un correcto trato y cuidado de la infancia más vulnerable y desprotegida de nuestra parte.
Así como pedimos perdón también pedimos un Chile que logre construir entre todos y todas una política de defensa de los derechos de los niños, niñas y adolescente más frágiles y vulnerables. Esto es algo que no puede esperar más teniendo la certeza ahora de tantos de ellos que ya no podrán disfrutar de una mejor vida.
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