No sé si a ustedes les pasa, pero yo escucho que llegó agosto y me pongo nervioso, casi tiritón, y es que ahora que ya estoy con un pie en la tierra y otro dentro del cajón, me preocupa que se haga realidad el dicho popular y no llegue a fin de mes.
Pero dejando de lado las bromas y chistes que se generan a partir de este mito, para muchos adultos mayores de nuestro país pasar este mes no tiene ningún tipo de broma escondida, y no lo digo por razones de salud, lo digo porque pucha que es difícil ser viejo en Chile.
El sistema de pensiones se ha vuelto a instalar como tema de debate en nuestro país, ya no es novedad que se diga que no es justo o que obliga a las personas de avanzada edad a endeudarse o buscar un trabajo que complemente el monto de su jubilación para poder satisfacer las necesidades típicas de la edad y pasar sus últimos años de modo digno.
Puedo decir que he sido testigo de la indignación que genera esta realidad en los diferentes sectores, pero lamentablemente esa indignación sólo se traduce a un estado, porque aunque lo nieguen o traten de “pintarlo” de otro modo, a los jubilados de nuestro país les toca la mano cerrada de un sistema que no beneficia en absoluto a los trabajadores, pues no es posible que tras años de servicio existan personas que reciben pensiones inferiores al salario mínimo de nuestro país.
Dicen que cuando una construcción está mal hecha, empieza a tener problemas estructurales leves y poco notorios, hasta que en un momento, la edificación no da más y termina por colapsar. Lo mismo ocurre con el sistema de pensiones, pues es un modelo que requiere una revisión y una modificación que nos permita evitar que la “estructura colapse, pues ya hemos visto cómo se ha ido cayendo.
Este año nuevamente nos enfrentaremos a un nuevo proceso de elecciones, parlamentarias y presidenciales, y creo que los programas y propuestas no deben dejar estos temas de lado, pues sólo se mencionan en lindos panfletos de campaña, con fotografías que nos hacen creer que las cosas van a cambiar.
Me molesta que nos acordemos de los pobres, de los jóvenes, de los estudiantes y de los niños cuando queremos unos puntos más en las encuestas, me molesta que hayamos perdido la sensibilidad, que no nos genere indignación hechos repudiables y que quizás de cierto modo se hayan bajado los brazos ante problemas que revelan una crisis institucional a nivel país.
Tal como mencioné al inicio de este escrito, agosto no es un mes fácil, pero ha perdido exclusividad, porque hay adultos mayores, que tienen que dar “la pelea” los otros 11 meses del año.
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