1 de mayo y los desafíos de las mujeres trabajadoras en Chile

Hoy en Chile nos encontramos en medio de un contexto nacional e internacional de disputa intensa en términos políticos, sociales y culturales, donde tras años de avances en materia de garantizar ciertos derechos para las mujeres trabajadoras, vemos nítidamente la posibilidad de un retroceso ante la aparición y crecimiento de expresiones de extrema derecha y anti derechos como son Matthei, Kast y Kaiser, quienes se suman a la tendencia mundial que vemos en Trump, Milei, Bukele, Boluarte, Novoa, Melloni y otros.

Este escenario se ve aumentado por la decepción ciudadana provocada por los procesos post revuelta popular de 2019: dos procesos constitucionales que terminaron fracasados, que agotaron socialmente y que le dieron margen para que los sectores conservadores y extremos de la derecha pudieran desplegarse en todos los espacios recogiendo el desencanto ciudadano.

Por otro lado el gobierno que encabeza el Presidente Gabriel Boric no ha podido -tanto por acciones propias, cómo por obstáculos puestos por la oposición en el Congreso (que cuenta con los votos suficientes para obligar un diálogo que termina desarmando cualquier instancia legislativa del Ejecutivo)- desarrollar a pleno su programa de gobierno, el que en su centralidad apuntaba a iniciar un proceso de cambios que significaría avances importantes en materia de justicia social.

A pesar de este escenario se han conseguido ciertos avances que favorecen a las mujeres trabajadoras: jornada laboral de 40 horas, aumento significativo de salario mínimo -de $350.000 en 2022 a $510.000 en este año-, la ratificación del Convenio 190, la Ley Karin contra violencia y abuso en el trabajo y el inicio de una legislación sobre un sistema de cuidados.

En este sentido vemos, recalcando que se consideran avances, que estas reformas o instancias legislativas quedan cortas para el actual escenario en Chile. En el caso de la jornada laboral de 40 horas aún no se consideran a los trabajadores del sector público; los que se están quedando fuera de la norma; por otro lado vemos que la conocida Ley Karin se encuentra sin herramientas para ser aplicada ni fiscalización que permita hacer los ajustes necesarios tanto con empleadores como trabajadores.

En tanto, en materia de salario y cuidados se sigue pensando en la medida de lo posible y no en ver la forma de alcanzar la mayor cobertura de derechos y mejores condiciones de vida.

Desde la Central Unitaria de Trabajadoras y Trabajadores somos muy claros en señalar en que dejemos atrás el concepto de "salario mínimo" para avanzar a la de "salario vital", que se pone del lado de las personas, conseguir cubrir las necesidades básicas y aportar a que se acceda a condiciones de buen vivir. Hoy, de manera tripartita, somos parte de una comisión de trabajo que busca establecer los parámetros para alcanzar pisos salariales que les permitan a las y los trabajadores tener un reconocimiento real por sus labores y una vida más digna. Al mismo tiempo, vemos con preocupación que la discusión de igualdad salarial se encuentre entrampada en el Parlamento, manteniendo y profundizando ese desequilibrio que se traduce en una brecha del salario entre mujeres y hombres que ronda el 27%.

En cuanto a los cuidados, creemos que la actual legislación es muy insuficiente ya que considera a un mínimo sector del mundo del trabajo para acogerse a sus beneficios. Es urgente avanzar a un Sistema Nacional de Cuidados que no deje a ninguna mujer trabajadora ni a un hombre trabajador fuera, porque cuidar también es trabajar y hoy es un trabajo que no se remunera ni se le da el reconocimiento que debiera. Cabe señalar que según estimaciones del Banco Central de Chile, en 2020, el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado representó el 25,6% del Producto Interno Bruto (PIB).

Ante este escenario las mujeres trabajadoras en Chile estamos conscientes que solo con organización conseguiremos mejores condiciones de vida. Un claro ejemplo se da en el proceso de implementación de la Ley Karin: donde existe un sindicato organizado los casos de violencia, abuso laboral y abuso sexual en los espacios laborales se han reducido considerablemente, según consta en el estudio sobre la implementación del Convenio 190 y Ley Karin realizado este año por la Vicepresidencia de la Mujer y Equidad de Género de la CUT.

Por eso, porque todas somos trabajadoras, porque juntas somos más fuertes tenemos la tarea y el desafío de fortalecer nuestras organizaciones, articularnos para mover los límites de lo posible que nos impone el modelo y así seguir conquistando mejores condiciones de vida.

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