A fines del 2021 se inició uno de los periodos económicos más complejos que ha enfrentado el Chile actual. Esta condición nos tiene con una inflación sobre los dos dígitos y con una de las monedas más devaluadas a nivel mundial, lo que se ha arrastrado hasta hoy.
Además, los análisis económicos del país no son optimistas respecto al crecimiento para el próximo año, lo que implicaría una recesión que no es técnica, sino que es efectiva. Sin embargo, poco se habla de las consecuencias para nuestros hogares. ¿Cómo nos afecta la recesión económica?
Podemos esbozar una respuesta mirando otras crisis semejantes que hemos vivido en las décadas pasadas, como por ejemplo la de 2008. Observando los datos históricos proporcionados por la encuesta Casen, podemos constatar que la pobreza -en el año posterior a la crisis- aumentó y con ello la precariedad y la exclusión social, al acrecentar también la gente en situación de calle. Es decir, la pobreza se despegó de su tendencia a la baja por primera vez en décadas, para subir casi de la noche a la mañana. Entonces, uno de los posibles efectos de la recesión económica se relaciona con los hogares y personas que pierden condiciones de vida aceptables para quedar relegados a la pobreza. Esto, para el Estado, es muy complejo de revertir.
En la misma línea, pero esta vez con los ojos puestos en la crisis del 29 -en donde nuestro país fue el más golpeado del mundo-, la situación llegó a tal nivel que se vio reflejada en una crisis política y social enorme, lo que le arrebató la presidencia y luego le valió el exilio a Carlos Ibáñez del Campo. Además, nuestro país quedó subordinado a una deuda externa que no pudo pagar y la pobreza azotó las calles de un Chile completamente detenido. Resulta evidente que una crisis económica puede erosionar los cimientos de nuestra institucionalidad, lo que tiene duros efectos para nuestros hogares.
En concreto, absolutamente todo escasea, desde lo más básico -como el alimento-hasta bienes sofisticados e inimaginables para varios. Por cierto, han pasado años y cada crisis económica tiene sus propios factores y desafíos, pero la gran amenaza es prácticamente la misma: mayor pobreza. Así, lo importante es que el gobierno tenga claridad referente a como abordar el año próximo. Pues se vuelve probable que la pobreza aumente incluso más que durante la pandemia.
Es por lo anterior que el Ejecutivo debiera tener un rol importante en atenuar los dolores que tendrá esta recesión económica. Por lo mismo, es inentendible que un gobierno que está en esta situación haya recortado el presupuesto 2023 a ciertos programas que precisamente combaten la pobreza, como, por ejemplo, el del fondo de Iniciativas para la Superación de la Pobreza (SES) que verá reducido su presupuesto en más de 20%. En este contexto ¿tiene un plan el gobierno de Boric en caso de que la crisis económica nos golpee fuertemente el próximo año? Si es así, enhorabuena, pero debiera comunicarse.
Lamentablemente, los datos (y también los hechos) parecen indicar que el 2023 va a ser un año que no se olvidará jamás. Por lo tanto, el esfuerzo para que esta crisis nos afecte lo menos posible debe ser total y con la mirada puesta en enfrentar este escenario de manera responsable, atenuando con ello el eventual aumento de la pobreza en nuestro país.
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