Aunque la cocaína se consume en todas las regiones del mundo, el principal punto de producción está ubicado en la región andina. En ella se cultiva la coca, la planta que se transforma y procesa para producir una droga que tiene distintos derivados (cocaína, pasta base, crack, etc.). Asimismo, Asia concentra la mayor producción de amapola, la flor desde donde se extrae la goma para producir una amplia gama de opiáceos, incluido analgésicos como la morfina. Por este motivo, la producción de coca y la amapola son considerados cultivos ilícitos o de uso ilícito en prácticamente todos los países del mundo, ya que a partir de sus derivados se mueve una parte mayoritaria del mercado de la droga a nivel global.
La producción de drogas y su comercialización en el mundo se está transformando en un problema cada vez más grave para los países. No solamente por los problemas de salud y violencia asociados, sino también porque este negocio genera corrupción, financia grupos armados y de influencia, y una serie de consecuencias negativas que están desestabilizando las democracias de múltiples países.
El paradigma clásico para confrontar el problema ha sido lo que se denomina la "guerra contra las drogas", una política impulsada por los Estados Unidos desde los años '70, orientada a la persecución de la producción, el comercio y el consumo de sustancias ilícitas. Ahora bien, la cantidad de muertes asociadas a este enfoque, así como el incremento sostenido de la producción y consumo de drogas a nivel mundial, han hecho que pierda validez. En este contexto, desde el año 2011 la ONU ha venido desarrollando una perspectiva paralela vinculada a una serie de expertos, quienes consolidaron una agenda de principios que buscan desarrollar un enfoque de desarrollo alternativo, sobre todo vinculado al sector de la producción de los cultivos ilícitos.
Recientemente, en Tailandia, tuve la oportunidad de participar en una reunión para discutir los principios que guían la agenda de desarrollo alternativo, así como compartir experiencias exitosas y los desafíos para los próximos años. En esta reunión participaron representantes de África, Asia, Europa y América Latina, y los principales temas que están marcando la agenda para los próximos años se pueden resumir como los siguientes.
Cualquier enfoque de desarrollo que intente reemplazar los cultivos ilícitos, para ser exitoso, debe procurar generar condiciones de suficiencia, seguridad y estabilidad en los territorios rurales. Este es un desafío mayor, porque las transiciones requieren tiempo y es difícil encontrarlo en poblaciones de alta marginalidad. Asimismo, para habilitar estas transiciones se requiere de políticas públicas sostenidas que apuesten por los territorios más postergados, lo cual implica renovar el compromiso de los Estados con zonas que, en general, están aisladas y concentran altas tasas de pobreza.
Dicho lo anterior, el tema de los cultivos ilícitos no es solo una preocupación rural y de los países productores. Los estudios recientes muestran que el cultivo de coca y amapola ya no se ubica únicamente en zonas aisladas, sino que se acerca cada vez más a las zonas urbanas. Asimismo, involucra fuertemente a países que pueden no ser productores, pero sí son canales de comercialización y exportación internacional.
Los problemas asociados a los cultivos ilícitos son múltiples, y uno de ellos está vinculado a los altos niveles de contaminación y destrucción de los recursos naturales. Esto está vinculado a los usos del suelo, deforestación, asociación con prácticas de minería clandestina, junto con otras actividades que generan altas tasas de contaminación ambiental, lo que pone a los cultivos ilícitos también en la agenda del cambio climático.
Aunque un país logre mejorar el control de los cultivos ilícitos, esta es una tarea global y conjunta, porque países vecinos con inestabilidad política e institucional son un terreno fértil para absorber la producción frente a una demanda siempre creciente. Es el llamado efecto globo, que requiere de una política multilateral.
África está en la perspectiva de todas las reflexiones. A pesar de ser una región que no produce ni consume a los niveles de Asia, América y Europa, será la región más poblada al 2050, por lo que muchas de las medidas que se están visualizando en una agenda de desarrollo alternativo podrían aplicarse en los países africanos como políticas preventivas.
Estos puntos grafican la diversidad de elementos asociados a la producción de coca y amapola a nivel mundial. En estas discusiones la ruralidad gana una nueva centralidad, la que nos recuerda que estos territorios no pueden seguir siendo los postergados de siempre. Requieren de un compromiso político para generar alternativas de desarrollo.
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