El Presidente de la República, Gabriel Boric, fue enfático en un punto de su primera Cuenta Pública, que merece que todos los actores de la sociedad valoremos. Su apuesta es recuperar los números de productividad en Chile, con una meta del 1,5%. ¿Es una meta ambiciosa? Sí, lo es. Pero tiene una ventaja: nos da una oportunidad para fijar líneas y propósitos a toda la sociedad en busca de avances reales y positivos.
Durante su alocución, el Mandatario señaló que el camino para lograr ese fin, entre otras cosas, es con mayor innovación y el desarrollo de la economía digital. Y en este punto específico es más que pertinente detenerse, aprovechando la importancia que se le brinda al asunto.
Esto porque desde hace algún tiempo en el Congreso se está discutiendo el proyecto que promueve la competencia e inclusión financiera a través de la innovación y tecnología en la prestación de servicios financieros, más conocido como Ley Fintech. Iniciativa gubernamental, apoyada por el actual y el anterior gobierno, orientada a establecer un marco regulatorio claro, y que está en segundo trámite constitucional en el Senado, cuya sala lo aprobó en general con una amplísima mayoría y sin ningún rechazo.
Estamos hablando de regular una industria en crecimiento, cuyo principal efecto ha sido introducir mayor competencia e inclusión financiera para aquellos usuarios desatendidos por los actores tradicionales. Son más de 170 fintechs activas en el mercado local, de las cuales el 71% ofrece productos financieros a las pymes; el 63% pone a disposición al menos una solución de inclusión financiera y el 32% tiene reducción del costo de los servicios financieros a la población, según la Comisión para el Mercado Financiero y el Banco Central, entre otros.
Mientras en el resto de los países ya se han fijado reglas del juego, transparencia de cara a las personas para las tecnologías financieras, las plataformas en Chile se están autoregulando, tratando de evitar posibles riesgos y esperando una certeza jurídica que aún no llega. Una oportunidad así no se puede desperdiciar, hay que dejar pronto un marco regulatorio que no de pies a malos pasos y marque un camino de oportunidad y transparencia en el rubro y que esto aterrice a la gran mayoría de las personas como una alternativa accesible y real. Acá hay una posibilidad. No pueden existir cortapisas a la innovación.
No estamos descubriendo la rueda cuando señalamos que la pandemia aceleró la transformación digital en Chile y en el mundo. La sola demora o posibilidad de aplazar la discusión sobre una ley Fintech puede retrasar el acceso a oportunidades a la gente que hoy no lo posee. Y la meta de productividad que impuso el Presidente Boric hasta se puede ver mermada.
Con el mes de junio no solo llega el frío y el invierno, también llega la posibilidad de acelerar en el Senado la tramitación de una ley de innovación en economía digital, dando paso a la democratización digital.
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