El cobre de Chile no solo es el sostén de nuestra economía, sino también parte esencial de nuestro ADN. Gracias a este mineral, Chile es conocido mundialmente como el mayor productor de cobre del mundo, con 5.252 millones de toneladas, que representan el 24% de la producción mundial. Este sector contribuye al PIB con US$ 39.985 millones y, considerando su encadenamiento productivo, aporta US$ 71.973 millones, alcanzando 21% en 2023. No hay otra industria más relevante que la minería, por lo que es fundamental cuidarla, desarrollarla y mantener una política pro crecimiento.
Las recientes medidas del presidente Donald J. Trump han generado nerviosismo en el contexto mundial. Trump sostiene que otros países se han aprovechado de Estados Unidos, tratándolo injustamente en el comercio. Como hombre de negocios, busca revertir esta situación, argumentando que los grandes déficits comerciales, las pérdidas de empleos en el sector manufacturero y la supuesta destrucción de la clase media son consecuencia de estas relaciones comerciales. Sin embargo, parece pasar por alto que EE.UU. necesita minerales críticos y que la imposición de aranceles a países aliados, entre ellos Chile, podría tener efectos adversos significativos.
El tablero de ajedrez de Trump
A mi juicio, la estrategia de Trump contempla tres movimientos principales:
La vulnerabilidad de Chile
Afortunadamente, Chile ha reaccionado creando una mesa de trabajo para analizar esta situación. Sin embargo, no se observan expertos en economía minera ni negociadores experimentados en relaciones comerciales con EE.UU. Es crucial proteger nuestro cobre, pues solo vendemos materia prima y no productos manufacturados. Esta es la gran vulnerabilidad del país.
Es el momento, y no otro, de aplicar una política pública que promueva la industrialización de nuestras riquezas mineras. Un país manufacturero es menos vulnerable geopolíticamente a este tipo de medidas, ya que reduce su dependencia de decisiones extranjeras. Mi recomendación es declarar al cobre y al litio como recursos de seguridad nacional, lo que permitiría fortalecer nuestra posición en las negociaciones.
Hacia una estrategia regional
En varias columnas he recalcado la importancia de la industrialización y la cooperación regional. Firmar un acuerdo con Perú, cuya producción de cobre junto a la de Chile representa el 40% mundial, nos permitiría negociar con mayor fortaleza en estas controversias. Además, es fundamental reactivar la Alianza del Pacífico con Chile, Colombia y Perú, e invitar a Argentina y Brasil a formar un bloque que disminuya nuestra vulnerabilidad.
La falta de crecimiento en Chile, provocada por la excesiva burocracia estatal y los constantes cambios en las reglas del juego para la aprobación de nuevos proyectos mineros, sumado a la caída en la ley de los minerales y el rechazo de proyectos por parte del Comité de Ministros, crea la tormenta perfecta para el estancamiento económico.
Hay que entender la lógica del presidente Trump: Busca reducir el déficit comercial de EE.UU., crear empleos en el sector manufacturero, mejorar la seguridad económica nacional y presionar a China para cambiar sus políticas. Sin embargo, es poco probable que logre estos objetivos. Como hombre de negocios, ve el déficit como algo negativo, similar a una empresa que gasta más de lo que ingresa y está destinada a fracasar.
La Cámara Minera de Chile recomienda iniciar de inmediato la aplicación de una política pública para industrializar nuestros recursos mineros y declarar al cobre y al litio como recursos de seguridad nacional. No se trata de ideologías políticas, sino de defender la patria. ¡Y la patria es el cobre!
"El peligro no está en lo desconocido, sino en no atreverse a explorarlo".
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