Trabajadores por cuenta propia y seguridad social

Hace unos días el Centro de Microdatos de la Universidad de Chile publicó resultados concretos preocupantes.  La desocupación subió a 7,7% en el Gran Santiago, marcando un alza con respecto a diciembre, pero una baja global si se le compara con el mismo mes del año anterior. Lo que resalta del informe es la sorpresiva alza de los empleos por cuenta propia: subió en un 15,2% en doce meses.

El INE, también el mes pasado, dio las cifras de desempleo nacional del trimestre enero-marzo: llegamos a 6,6%. El mismo informe dice textual: según categoría ocupacional, trabajadores por Cuenta Propia (+6,6%) impulsó en gran medida el alza de los Ocupados. Por su parte, Asalariados (-0,4%) descendió por cuarto periodo consecutivo”. Como es evidente, se ha ido conformando una nueva estructura del empleo en el país, y hay signos preocupantes que se pudieron presenciar en la interpelación a la ministra Alejandra Krauss del 3 de mayo, porque es una realidad que, muy probablemente, seguirá creciendo como bola de nieve.

Al revisar las estadísticas entregadas por el INE, uno puede ver que, tras un año, se perdieron más de 24 mil puestos asalariados en el país. En el mismo periodo, los empleos por cuenta propia crecieron en 109 mil. Y seguro usted conoce a alguno de esos más de 1,7 millones de personas que trabajan por cuenta propia. Aquí dos casos, seguro que conoce algún trabajador “cuentapropista”, incluso muy cercano.

Nicolás es uno de ellos. Tiene 32 años, es administrador de empresas, vive con su mamá en Ñuñoa y maneja un auto UBER. Con un amigo, administran dos más, y tiene en mente administrar departamentos amoblados. Si le preguntan si aceptaría dejar de manejar un vehículo de pago para sentarse frente a un escritorio por una compensación fija, lo piensa y, cuando pone los pros y los contras en la balanza, al final termina por desestimarlo porque se acuerda de los meses angustiantes por no encontrar empleo.  

Germán tiene 58 años, es abuelo y vive cerca de Santiago, en una parcela junto a su señora y su hija. Hace trabajos de distinto tipo: maestro soldador, electricista y construye ampliaciones. Fue trabajador dependiente por muchos años, pero, desde hace una década, hace “pololitos”. Si se le pregunta por un empleo estable, lo ve difícil, casi imposible, dice.

Ambos son trabajadores “por cuenta propia”. Ambos aparecen en las cifras de empleo, pero, para ambos, la hora de la jubilación va a ser un problema: lagunas previsionales, falta de imposiciones de forma permanente, y la fragilidad de no cotizar para el seguro social contra riesgos de accidentes, es siempre un peligro. Cualquier eventualidad que surja y hasta ahí llegamos, no pueden trabajar ni recibir indemnizaciones ni pensiones ni nada.

El problema es que probablemente van a configurar un escenario donde va a ser difícil dejar de manejar un auto o hacer trabajos esporádicos. Para Nicolás, el futuro está muy lejos o al menos así lo ve él. Pero llegará. Para Germán el futuro está más cerca, aunque probablemente tenga que trabajar varios años más tras jubilarse por un monto que le alcance para vivir.

Si esa es la realidad que se está creando y creciendo, entonces el desafío está en buscar una manera para que estas personas, que no son pocas, tengan una protección social efectiva. Da lo mismo si son trabajadores dependientes o independientes, los derechos sociales, ética y teóricamente, debieran ser equivalentes.

Y para que así lo sea, obligar a los trabajadores por cuenta propia a cotizar, como planteó el gobierno, no parece ser suficiente. Si hay personas que marcharon multitudinariamente contra las AFP y el sistema de pensiones, cuando jóvenes como Nicolás tengan que jubilarse, la situación será apocalíptica.

No podemos dejar que eso ocurra. Los sistemas de seguridad social deben amparar a todos. En este periodo pre electoral, estas son las propuestas de carne y hueso que queremos escuchar.  

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