Alfabetización climática en la educación chilena: ¿Comprender, actuar o ambas cosas?

Según el informe 2024 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el planeta está enfrentando una crisis ambiental impulsada, en gran parte, por la actividad humana. El cambio climático es parte central de esta crisis, el cual incluye no solo el calentamiento global (CG), debido a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas; sino también otros efectos como el aumento del nivel del mar y de eventos climáticos extremos (como el reciente huracán Milton), la acidificación de los océanos, los deshielos de los glaciares entre otros indicadores como han resumido recientemente los científicos del clima.

Por otra parte, sucesivos reportes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) 2023-2024 han señalado que, para generar acciones de mitigación y una percepción más adecuada de los riesgos de este fenómeno en la sociedad, es indispensable fortalecer la educación del cambio climático (ECC). Pero, ¿qué es la educación del cambio climático? ¿Cuánto sabe la población sobre el CC y cuán dispuesta esta para realizar acciones para mitigarlo?

Sobre esto último, otro informe del PNUD (2023), titulado "Chile frente al cambio climático: Interés, conocimiento, emociones, expectativas y voluntad de acción" nos muestra cuanto saben los chilenos y chilenas sobre el tema. En esta encuesta, donde participaron más de 4.600 personas, más del 90% indicó estar interesados en el CC y que creen que éste tendrá efectos negativos en su calidad de vida. No obstante, 54% de los encuestados declaró estar poco o nada informado y solo 70% cree que el CC se debe principalmente a la actividad humana. Cabe señalar que más de la mitad de las personas encuestadas (52%) reportó que "un cambio natural a lo largo del tiempo" también es una definición aceptable del CC. De hecho, en los grupos focales (personas que participan en entrevistas de grupos pequeños) también se expresó que el CC es algo natural y por lo tanto inevitable e incontrolable para la especie humana.

En cuanto a la primera pregunta, podríamos decir que la educación sobre el cambio climático puede definirse como la encargada de generar la alfabetización climática en nuestra población. Y esta alfabetización climática se entiende como la capacidad de una persona de entender los principios esenciales del sistema climático de la Tierra, de reconocer la información climática científicamente creíble y de tomar decisiones informadas y responsables con respecto a las acciones que pueden afectar el clima.

Algo más complejo de responder es quién es el responsable o quien ha sido el responsable en Chile de lograr esta alfabetización climática. Algunos dirán que la educación ambiental es la responsable, pero según los últimos datos que existen, solo cerca del 15% de las escuelas y colegios de Chile tienen un estado de certificación ambiental activo (la mayoría de ellas son públicas), por lo que la gran mayoría del sistema no presenta un proyecto educativo donde la alfabetización climática sea una prioridad. Otros dirán que es la educación científica, pero sabemos que nuestro currículum actual presenta varias debilidades en cuanto a la inclusión del CC dentro de los objetivos de aprendizaje. Por ejemplo, la acción climática se ha promovido sólo en los últimos 2 años de escolaridad a través de la asignatura de ciencia para la ciudadanía, pero en los niveles anteriores no existe una revisión del sistema climático. ¿Cuántos de nosotros sabe qué es el anticiclón del Pacífico? ¿Qué es el efecto invernadero? Es decir, abordar el tema del cambio climático, desde la educación ambiental o científica es complejo. Para complicar aún más este contexto, sabemos que las y los profesores de Ciencias Naturales (ya sea de Enseñanza Básica o Educación Media) y los profesores de Geografía, en general no reciben una formación inicial pertinente sobre el CC la cual le permita abordar efectivamente la enseñanza de este tipo de temas en las aulas.

Nuestro grupo de investigación ha aportado una primera evidencia de esta situación, ya que detectamos que varios profesores (de una muestra de cerca de 70) que enseñan CC no manejan conocimientos suficientes, lo que finalmente repercute en su confianza al enseñar el tema. Esto no es de extrañar porque nuestros profesores de Ciencias se forman principalmente en las ciencias naturales más conocidas, como la biología, la química y la física, mientras que su formación en climatología, ciencias de la tierra o paleontología, todas ciencias relacionadas con el cambio climático, es muy escasa. Además, incluso en materiales del ministerio de educación sobre el CC se pueden encontrar errores conceptuales sobre el tema (como decir que el agujero en la capa de ozono es el responsable del aumento de la temperatura del planeta).

Para finalizar, una nota de esperanza en el logro de esta alfabetización climática es el hecho de que nuestros estudiantes sí están interesados en el CC y si pueden mejorar sus conocimientos luego de participar en clases diseñadas para deliberar sobre el tema. Nuestras experiencias son acotadas, pero seguimos sumando profesores y estudiantes a esta experiencia. Además, desde las investigaciones lideradas por Antonia Larraín, académica de la Universidad Alberto Hurtado, hemos encontrado que este conocimiento sobre CC sí impacta, indirecta y positivamente a la disposición que los estudiantes demuestran para tomar acciones de mitigación del CC.

En síntesis, la población está pidiendo educación sobre el CC. Las personas están interesadas en el CC, saben que está impactando en sus vidas, pero no se sienten informadas. El sistema educativo en su conjunto debe propiciar que los estudiantes de todo Chile puedan tomar acciones para mitigar el CC en sus territorios, pero que éstas sean informadas por el conocimiento que nuestros propios científicos generan.

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