El bullying es un problema bastante complejo, y los colegios no deben dejar las respuestas para último momento, solamente cuando sus aulas son escenario de estos hechos de maltrato o cuando ocurren sucesos de connotación nacional que provocan una sensibilidad general sobre el tema.
Por lo general, los establecimientos recién emprenden acciones en esa línea en forma reactiva. Pero lo cierto es que contar con una estrategia clara contra el bullying no es un tema electivo ni de valor agregado, sino debería estar en la base misma de los proyectos educativos de todas las instituciones académicas.
Primero hay que entender que enfrentar el bullying no sólo implica un trabajo desde el ámbito escolar sino también es un problema cultural, familiar y social en su conjunto. De este modo, la mejor estrategia es ir promoviendo una cultura que apunte al buen trato, favoreciendo el desarrollo de mecanismos de resolución de conflictos centrados en la asertividad y la mediación.
Este tránsito hacia una cultura del buen trato no solamente requiere que los estudiantes pongan de su parte o que los profesores puedan apoyarlos para tener una mejor convivencia, sino que el trabajo realizado en el marco de la convivencia escolar sea apoyado desde los espacios familiares y sociales.
Una experiencia de este tipo fue la que emprendimos en Puerto Natales, donde desarrollamos una intervención piloto de promoción del buen trato coordinada desde la OPD (Oficina de Protección de Derechos).
El desafío unió a todos los colegios públicos y privados de la comuna, formando en cada uno de ellos comités de mediación liderados por los propios alumnos. Incluso, cada curso contaba con su propio equipo de mediación, cuyos integrantes fueron rotando en el tiempo, permitiendo así a todos adoptar en algún minuto la posibilidad de intervenir para distender las relaciones entre los compañeros.
Los conceptos detrás de este trabajo fueron la promoción de empatía en alumnos, desarrollando su capacidad de ponerse en el lugar de las víctimas, empoderándolos en la resolución de conflictos, logrando de este modo a nivel global muy buenos resultados en términos de generar acciones específicas que disminuyeran los niveles de maltrato y bullying que existían al interior de algunos cursos específicos.
Otro elemento clave de esta iniciativa fue entender que fomentar la cultura del buen trato es una propuesta que requiere mucho compromiso por parte del mundo adulto también. Los profesores no son los únicos responsables de acompañar este proceso, sino además se requiere disposición de los padres para aprender nuevas formas de ejercer la autoridad y resolver los conflictos a nivel familiar que sean compatibles con este modelo.
Lamentablemente, hoy el colegio se plantea como una instancia de formación casi exclusivamente académica.
La realidad es que hay profesores sobre exigidos por cumplir con sus metas, y la escuela termina descuidando una parte clave en la formación que tiene que ver con el potenciar las habilidades blandas y la comunicación efectiva. Por esto es clave promover estas instancias donde los colegios puedan ser protagonistas en cultivar la empatía y las destrezas para la resolución de conflictos que serán fundamentales en la vida adulta.
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