Del Simce y otras pruebas

Hace unas semanas, el Ministerio de Educación respetó la decisión del Consejo Nacional de Educación de mantener para este 2022 las pruebas Simce de Lenguaje y Matemática en los niveles de cuarto básico y segundo medio, las cuales fueron consideradas como "imprescindibles".

Si bien el Gobierno no comparte la decisión tomada por este órgano, valora la suspensión de consecuencias que puedan derivar de los resultados, erradicando castigos y redireccionando el uso de la información hacia la mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Es precisamente esto último lo que se debe esperar de cualquier evaluación: que sea un termómetro que nos permita saber qué se ha logrado (a nivel grupal e individual) y quién lo ha logrado para así, a través del proceso reflexivo, tomar las mejores decisiones de manera informada, basándose en evidencia empírica que le permita abordar de manera directa aquellos ámbitos que puedan estar más descendidos.

En la medida que esto se haga, las brechas de aprendizaje se acortarán y se fortalecerá la promoción de un óptimo proceso de aprendizaje. Visto desde este punto, el buen uso de las evaluaciones puede aportar al avance en materias de educación de calidad para todos los niños, niñas y adolescentes de nuestro país.

Más allá del Simce u otra prueba, el foco debe estar centrado en el valor y poder de la evaluación como apoyo al proceso de enseñanza aprendizaje. Esto, además de entregar evidencia concreta para la toma de decisiones, como mencioné previamente, permite al docente reflexionar sobre su propia práctica a través del análisis de su labor. Lo anterior le permitirá identificar fortalezas y debilidades de las estrategias y metodologías de enseñanza utilizadas, promoviendo de esta manera, el poder definir acciones que le permitan fortalecer aspectos débiles, promoviéndose de esta manera el desarrollo profesional autónomo.

Dado lo anterior, se releva entonces el rol del profesor como investigador de su propia práctica, en donde a través del uso de diversos instrumentos de levantamiento de datos y análisis de los mismos, podrá obtener información que le permita avanzar hacia el fin último de todo docente: el aprendizaje de todos y cada uno de sus estudiantes.

Frente a esto es importante que las instituciones formadoras trabajen, por un lado, en el desarrollo de programas que se orienten a desarrollar habilidades de investigación en profesores en ejercicio y, por otra, en integrar estas habilidades dentro de los programas de estudio para así desarrollarlas desde el proceso de formación inicial.

En resumen, más allá del instrumento y carácter que este tenga, es importante contar con elementos que permitan obtener una fotografía real de cada uno de nuestros estudiantes para que se pueda entregar el apoyo que cada uno de ellos necesita. Frente a esto, el debate debe centrarse en el fin de la aplicación y el valor que este podría tener si su uso va como un insumo diagnóstico y no como un castigo.

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