En estos días de conmemoración quiero compartir algunas reflexiones que surgen al revisitar el rol que tenemos como profesores/as que construyen el futuro. Primero, considerar que la condena al golpe civil-militar y la dictadura es siempre necesaria. Hoy, la condena esencial es a la constante relativización y negación de estos hechos. Es fundamental una educación que ponga al centro la vida de todos y todas.
La ruptura democrática y los horrores que le siguieron, ejercidos con la excusa de salvar al mismo pueblo masacrado en lo físico y en el alma, no puede ser algo que sea justificado en nombre del futuro, de la paz o de la reconciliación. Es deber de la escuela y de las profesoras y los profesoras ejercer una pedagogía que reivindique la opción de una ciudadanía democrática.
Ese futuro que como docentes soñamos, exige un deber para con la memoria, que recuerde el horror y también su origen que comienza cuando negamos al otro, cuando pensamos que la idea distinta es tan peligrosa que se justifican las acciones de los Contreras, de los Krassnoff, de la mayor de los perros entre tantos monstruos que habitan la crueldad humana y que alcanzan legitimidad para actuar.
La memoria de estos hechos no busca dividir, sino construir las bases de una sociedad con plena convicción democrática, centrada en el cuidado del otro/a y en el respeto irrestricto de su condición de persona.
Se recuerda para fortalecer el compromiso de transformación que asume el educador/a, una transformación social hacia una sociedad justa y solidaria que abre oportunidades a todos y todas para construir un futuro común.
Se conmemora para recordar a aquellos y aquellas que se jugaron la vida para que hoy podamos confiar en el estado de derecho, en la vida. Se relata para interpelarnos en el liderazgo que como profesores y profesoras debemos enarbolar para construir en la escuela y fuera de ella las condiciones de justicia, libertad y equidad para que todas las rutas de la vida puedan ser vividas.
Porque cual Sancho que acompaña al Quijote, como profesores/as asumimos el desafío de acompañar y enseñar en las aventuras de vida de cada niño, niña y joven. Por tanto, esta fecha siempre nos debe llamar a la reflexión y al compromiso de construir un país, en el que podamos vivir en el encuentro con las otras personas en dignidad y compromiso por una escuela de vida y para la vida.
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