El aire libre como aliado para la reactivación educativa

Alena Collado

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La pandemia ha dejado múltiples desafíos que tenemos que abordar como sociedad. La educación no ha sido la excepción, y a pesar que el gobierno está generando diferentes estrategias y programas para enfrentarlo, debemos promover acciones que no solo trabajen en relación a lo urgente, sino que hagan que el sistema educativo promueva una sociedad más justa, sana y sostenible. En este sentido, la educación al aire libre es una tremenda herramienta para ello.

Los años de no presencialidad han tenido efectos relevantes para las comunidades educativas. Por ejemplo, el Ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, afirmaba hace unos días que más de 50 mil estudiantes abandonaron el sistema educativo en 2022. Por otro lado, el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales identificó, ya en 2021, efectos negativos de la pandemia en niños y niñas de 3 y 4 años en ámbitos como el desarrollo general o el lenguaje.

Recientemente, el Gobierno presentó el Plan de Reactivación Educativa 2023, el cual aumenta los esfuerzos en tres ámbitos considerados clave: la convivencia y la salud mental, el fortalecimiento de aprendizajes, y la revinculación y asistencia. Destacar que este plan incorpora elementos esenciales para una implementación pertinente, como son la articulación territorial, el enfoque colaborativo y la existencia de presupuesto para la mejora de las condiciones para la enseñanza.

En este contexto, sin embargo, incorporar el enfoque de la educación al aire libre sería estratégico, no solo como una herramienta en el marco de los ámbitos destacados, sino también para avanzar en otros desafíos igual de relevantes como son la sostenibilidad y la vida sana. Además, la alta valoración del aire libre a raíz de los largos períodos de cuarentena hace del momento presente un contexto óptimo para reforzar este enfoque.

Diversos estudios han destacado los múltiples beneficios de la educación al aire libre en relación a la convivencia y la salud mental de las comunidades educativas. Destacan, por ejemplo, los menores problemas de comportamiento, la mayor felicidad y también el desarrollo de competencias sociales. En relación a la generación de aprendizajes, este enfoque promueve un rol más activo y autónomo de los y las estudiantes, la exploración del entorno, la aproximación a la complejidad del mundo real, así como la puesta en práctica del conocimiento teórico, facilitando todo ello el aprendizaje significativo.

Adicionalmente, tal como afirma Pete Higgins, profesor de educación ambiental, "al educar al aire libre, estamos educando para un futuro sustentable". Los escenarios al aire libre promueven la exploración directa de la naturaleza a través de todos los sentidos, fomentando el entendimiento de fenómenos naturales, así como el establecimiento de relaciones de respeto hacia otros seres vivos. Los escenarios naturales, a través de su variedad, su cambio continuo y su mayor espacio, son estimulantes, atractivos y menos estresantes que el aula cerrada.

Finalmente, las menores restricciones de movimiento al aire libre en relación al aula promueven el desarrollo físico de niños y niñas. El juego al aire libre implica mayor libertad de movimiento, y la naturaleza ofrece escenarios desafiantes vinculados a la motricidad (trepar, saltar, gatear, correr, etc.). En el marco de los proyectos de Fundación Mi Parque, hemos visto cómo la habilitación de patios fomenta y facilita el aumento de la actividad física en el día a día. Si a ello incluimos actividades vinculadas al cuidado de una huerta, se puede promover, además, una alimentación más sana y natural.

Muchos son los argumentos para fomentar la educación al aire libre. Un requisito esencial para ello es invertir en procesos participativos de diseño, construcción y activación de patios de establecimientos educativos, especialmente en aquellos donde el entorno ofrece menos áreas verdes. Esta puede ser una pieza estratégica para avanzar hacia comunidades educativas más sanas, unidas y sostenibles.