En una reciente entrevista, el diputado Diego Ibáñez afirmó que, desde la implementación del Crédito con Aval del Estado (CAE), se ha producido una proliferación de universidades privadas de mala calidad. Sin embargo, una revisión detallada de los datos y la historia del sistema de educación superior en Chile revela todo lo contrario: Desde la implementación del CAE se ha observado una consolidación y mejora de este tipo de instituciones.
Antes de la implementación del CAE, las universidades privadas independientes (UPI) ya enfrentaban estrictos procesos de acreditación para obtener su autonomía, ya sea "por examinación" o "por licenciamiento", donde las universidades debían demostrar la capacidad de ofrecer programas educativos de calidad. Este periodo, particularmente complejo para su ciclo de vida organizacional, resultó en el cierre de 12 UPI entre 1993 y 2004 debido a su incapacidad para cumplir con los requisitos de calidad establecidos y por insolvencia económica. Este dato, por sí solo, reafirma que las universidades privadas nunca proliferaron sin control y sin la exigencia del cumplimiento de diversos estándares de calidad.
Con la introducción del CAE, se observó una transformación significativa en el panorama de las UPI. Desde entonces, han cerrado 11 de ellas, muchas de las cuales no pudieron alcanzar o mantener los altos estándares de acreditación necesarios para que sus alumnos pudieran recibir este financiamiento estatal. De estas 11, cinco contaban con plena autonomía y tres habían recibido una acreditación institucional de solo dos años en áreas claves como la gestión institucional y la docencia de pregrado.
Así, el CAE no solo facilitó el acceso a la educación superior para muchos estudiantes, sino que también impulsó a las universidades a mejorar sus estándares para atraerlos. Por tanto, las universidades que no podían cumplir con los requisitos de acreditación fueron gradualmente eliminadas del sistema, mientras que las que lograron adaptarse y mejorar, han visto un crecimiento y/o consolidación.
Por otra parte, antes de la implementación del CAE, los alumnos de sectores bajos y medios tenían pocas posibilidades de acceder a las mejores universidades privadas independientes, debido a las políticas estatales de financiamiento que no los consideraban. Con este nuevo mecanismo de financiamiento, estos estudiantes pudieron matricularse en instituciones privadas de alta calidad, lo que incrementó la competencia y presionó a aquellas menos eficientes a perfeccionarse o cerrar.
Además, los datos demuestran que las universidades privadas independientes han mejorado notablemente en varios aspectos claves desde la introducción del CAE. La tasa de retención de estudiantes de primer año en las UPI aumentó en 79 puntos porcentuales entre 2007 y 2019, lo que sugiere una mejora en la gestión académica y en los programas de apoyo estudiantil. La participación de las UPI en proyectos con Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt) aumentaron de 5% en 2005 a 22% en 2022 y, por otra parte, las universidades privadas también comenzaron a figurar en rankings internacionales, demostrando un progreso sostenido en la producción científica y su impacto social. La oferta de carreras en áreas complejas como tecnología y salud representó el 44% del total de la matrícula en 2020, y la creación de facultades de Medicina y programas de postgrado ha fortalecido aún más su posición competitiva.
Las mejoras en la retención estudiantil, la calidad académica, la investigación y la oferta educativa son solo algunos indicadores claros de que el sistema de educación superior privado en Chile ha evolucionado positivamente. Por tanto, el debate requiere que los parlamentarios hablen con datos sobre la mesa. Hablemos del CAE con evidencia en mano.
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