Los alumnos sin matrícula, en distintos lugares del territorio nacional, se han convertido en la preocupación educativa de los últimos días, dejando en un segundo plano otras problemáticas que afectan al sistema escolar, como los niveles de violencia entre distintos actores educativos o la escasa figuración de escuelas públicas y subvencionadas de los famosos rankings de desempeño en pruebas estandarizadas.
La falta de disponibilidad de cupos en las escuelas pone en juego la vulneración de un derecho fundamental. Sin embargo, las soluciones de algunos sectores políticos a esta problemática resultan anacrónicas: terminar con el Sistema de Admisión Escolar (SAE) para volver a la antigua lógica de selección escolar, donde para muchos operaba el "mérito". Esto, a todas luces, desconoce nuestra historia reciente y las razones que propiciaron cambios en búsqueda de un sistema más justo y equitativo.
En esta línea, el conflicto de las/os estudiantes sin matrícula abre varias interrogantes para la reflexión: ¿Desde cuándo y por qué hacen falta escuelas para recibir estudiantes? ¿Cuál es la responsabilidad de la clase política ante la degradación de la educación pública durante décadas y que significó, a su vez, el cierre de escuelas? ¿Qué pasaría si, con el mismo ímpetu que se pide la vuelta del "mérito" y de la "selección", hubiésemos fortalecido nuestro sistema de enseñanza público? ¿Y si hubiésemos impulsado una mayor cantidad de escuelas públicas por todas las comunas del país?
Cuando se solicita como solución volver a los antiguos mecanismos de selección y a la lógica del mérito en educación, olvidamos los problemas sociales que esto conllevó durante décadas: escuelas públicas de primer y segundo orden, reproducción sistemática de desigualdades sociales (también culturales y económicas) y trayectorias vitales previamente definidas según lugares y escuelas de procedencia.
La selección arbitraria de estudiantes, en conjunto con la categoría de mérito, maquilla la realidad social que nos rodea y nos empuja a pensar que las trayectorias vitales que todos vivimos se construyen de manera mágica, genuina y natural. Sin embargo, ¿cómo es posible que un niño/niña de seis años que cursará su primer año de enseñanza básica tenga "más mérito" que otro con las mismas características, y que, en consecuencia, acceda a un "mejor colegio"?
Así, pareciera ser que el problema de fondo tiene que ver con la forma de entender la educación y su relación con la política y la sociedad. Nos preocupa mucho hoy en día que estudiantes estén sin matrícula, pero hace unos años no nos preocupaba tanto el cierre de escuelas, ni tampoco la cantidad de oportunidades que tenían aquellos estudiantes más vulnerados y con menos posibilidades de movilidad social.
Si lo que nos preocupa en serio será que los estudiantes tengan una buena escuela y aprendan el currículum nacional, entonces no podemos decir "que vuelvan el mérito y la selección".
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