La naturaleza ofrece escenarios excepcionales para el bienestar y el aprendizaje de niñas y niños. Sin embargo, en la sociedad actual y especialmente en las ciudades, existen importantes brechas de acceso a estos espacios. Solamente el 15,4% de las comunas pertenecientes al Sistema de Indicadores y Estándares de Desarrollo Urbano (SIEDU) cumple con el estándar de 10m2 de área verde por habitante (2018).
Estas desigualdades también se reflejan en los centros educativos, donde un estudio del Centro de Modelación y Monitoreo de Ecosistemas de la Universidad Mayor identificó que los colegios privados de Santiago casi triplican la superficie con áreas verdes de los colegios públicos y los subvencionados. Ante este panorama, la inversión en patios se presenta como una vía estratégica para fomentar el acceso equitativo de la infancia a escenarios naturales donde explorar, conocer y aprender a cuidar la naturaleza.
Una evaluación realizada por Fundación Mi Parque y financiada a través del concurso público "Para Vivir Mejor - año 2022" del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, revela que los patios de jardines infantiles intervenidos por la fundación a través de procesos participativos y considerando la naturalización de los espacios, emergen como escenarios excepcionales para promover aprendizajes relacionados con la exploración del entorno natural. El 100% de personas de los equipos pedagógicos encuestadas afirma usar los patios como espacios para generar experiencias de aprendizaje vinculadas a este núcleo.
La propuesta de paisajismo, así como la incorporación de materiales naturales como mulch, madera y arena, estimulan la exploración de la naturaleza, fomentando la interacción directa con la vida natural y sus ciclos. Además, la participación activa de niños y niñas en tareas de cuidado de huertas y plantas, como riego y compostaje, fortalece la comprensión del entorno y promueve una relación de cuidado del medio ambiente.
En este sentido, los patios naturalizados emergen como un lugar especialmente pertinente en la educación parvularia, considerando el desarrollo cognitivo de las etapas iniciales del ciclo vital, momento en el cual el aprendizaje se ve favorecido cuando se facilita desde la experiencia concreta e interactiva con aquello que se busca aprender. Así, los espacios al aire libre de los jardines infantiles son escenarios excepcionales para multiplicidad de aprendizajes, no solo aquellos vinculados a la exploración del entorno natural.
Por ejemplo: la incorporación de plantas nativas permite la comprensión del entorno sociocultural, así como la adquisición de nuevo vocabulario. Adicionalmente, las partes sueltas naturales que aparecen en estos espacios (hojas, palos, piedras, tierra, etc.) permiten intencionar actividades vinculadas con el pensamiento matemático, como seriar, pesar o contar. Por otro lado, los desafíos vinculados a la diversidad de terrenos, alturas, formas y texturas presentes en entornos naturales, así como la mayor libertad de movimiento en comparación a una sala, fomentan el desarrollo de la motricidad tanto fina como gruesa.
No obstante, la naturalización de estos espacios requiere incorporar criterios de sostenibilidad, que permitan asegurar tanto su mantención y usabilidad en el tiempo, como también el uso responsable de los recursos. Por ello, la generación de procesos participativos en los que dialoguen los conocimientos de la comunidad educativa (a nivel de usos de los espacios, clima, capacidades y tiempo del equipo, recursos de mantención, etc.) y de profesionales del paisajismo, permiten generar mejoras pertinentes que no impliquen mantenciones demasiado costosas. Especies vegetales adaptadas a las condiciones climáticas de cada zona, de bajo requerimiento hídrico y podas anuales, así como materiales nobles como mulch, madera o arena, son excelentes opciones para lograr escenarios naturales sostenibles.
Los primeros años de vida son clave para el desarrollo de las personas, y existe evidencia que indica que asistir a la Educación Parvularia tiene efectos positivos especialmente entre niños y niñas que provienen de ambientes con altos índices de vulnerabilidad. Fomentar la presencia de entornos naturales en los patios de jardines infantiles es una vía estratégica no solo para avanzar hacia una mayor equidad de acceso a la naturaleza, sino también hacia una mayor equidad en las oportunidades de desarrollo de niñas y niños.
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