Ella está consciente. Sabe que su hijo no puede ir a cualquier colegio. Ya la tómbola lo había dejado matriculado en uno, del que a los pocos días debió retirarlo. Pese a las buenas intenciones iniciales, simplemente no pudieron dar el espacio que prometieron. Ella siente que puede tener un futuro distinto, que hay oportunidades que se abren como ventanas, pero se cerrarán muy pronto si no encuentra el lugar preciso donde transformen la vida de su hijo. El espectro autista a menudo se diagnostica en la niñez temprana, en algún momento entre los 2 y 6 años.
Constanza descubrió los primeros síntomas de su hijo a los 3 años, dificultades en la comunicación dieron paso a problemas en los juegos con sus hermanos y una mirada que evitaba el contacto con sus ojos.
En etapa preescolar, padres y cuidadores han encontrado alta discriminación porque sus niños no cumplen con los requisitos esperados para su edad. Los niños acceden sólo a terapias individuales marginándoles del espacio de relación con otros niños, fundamental para estimular su plasticidad cerebral y emocional.
Uno de cada 51 niños en Chile está dentro del espectro autista, una prevalencia mucho mayor a la de otros países como México, Colombia o Estados Unidos. Así lo dio a conocer "Estimación de la prevalencia de trastorno del Espectro Autista en población urbana chilena", investigación publicada recientemente en la Revista Chilena de Pediatría.
La Fundación Ama Crecer, desde el año 2019, ha recibido 80 niños y 63 de ellos están dentro del espectro autista (79%). El 88% de los niños que permanecen 2 años en su programa educativo puede ingresar con las herramientas necesarias a un colegio. En dicho grupo, el 90% de los cuidadores son mujeres y el 62,5% de ellas logra retomar su vida laboral.
El diagnóstico y la intervención temprana pueden ser críticos para mejorar las perspectivas a largo plazo para los niños con autismo y sus familias. Es por esto por lo que se requiere de una ley inclusiva en la etapa preescolar, que se inserte en la política nacional de cuidados, considerando a este grupo de manera prioritaria, proporcionando los recursos necesarios para aprovechar estas ventanas de oportunidad en el desarrollo de los niños, impulsando la disponibilidad de una oferta basada en la evidencia con las coberturas necesarias y garantizadas.
Cuando hablamos de un sistema de protección integral a la niñez se hace necesario tener la mirada también en grupos específicos que requieren apoyos especiales desde el intersector, por ello la implementación de las oficinas locales y su modelo de gestión debe articularse en las instancias que faciliten dar respuesta oportuna a los requerimientos del desarrollo de cada niño. La inclusión es también fundamento del desarrollo positivo de la niñez.
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