Cada año, miles de jóvenes rinden la PAES con la esperanza de ingresar a la Educación Superior. Algunos logran buenos puntajes, otros no. Pero más allá de los resultados, hay una pregunta que pocos se atreven a formular, ¿realmente saben qué quieren estudiar? En muchos casos la respuesta es no. Y no porque no tengan intereses, sueños o talentos, sino porque nadie les ha ayudado a explorarlos.
En Chile, la Educación Media está estructurada casi exclusivamente en función del rendimiento académico. Desde que se ingresa a ella, comienza la presión social por obtener buenos resultados. Sin embargo, ¿nos hemos preguntado quiénes son estos estudiantes? ¿Qué los motiva? ¿Cuáles son sus aptitudes o qué tipo de vida desean construir? En otras palabras, se les prepara para rendir y rendir bien, pero no para decidir.
La orientación vocacional debería ser un derecho, no un lujo. Hoy, sin embargo, su acceso está profundamente marcado por la desigualdad. Mientras algunos colegios cuentan con profesionales en orientación y test vocacionales, en muchos otros la orientación se reduce a un "consejo de curso" o, en el mejor de los casos, al esfuerzo individual de algún docente comprometido y su gestión personal con el entorno. Así, cientos de estudiantes deben enfrentarse al proceso de admisión prácticamente a ciegas, guiados más por expectativas familiares, orientaciones de sus pares, modas del mercado o el simple azar que por un proceso reflexivo y acompañado. Peor aún, otros deciden por no decidir ni participar, ya que creen que no tienen opciones de cambiar su destino y seguir su vocación.
Las consecuencias están a la vista. Deserción temprana, frustración, cambios de carrera, pérdida de recursos y de vacantes y, lo más grave, jóvenes que ven interrumpido su proyecto de vida. "Estudiar para lo que me alcanzó" no debiera ser una opción.
El sistema de admisión universitaria se centra en el acceso, pero olvida que ingresar no es suficiente si lo haces sin saber por qué ni para qué. No basta con abrir puertas; hay que formar personas capaces de cruzarlas con conciencia.
Urge asumir la orientación vocacional como una política pública prioritaria. Desde primero medio, los estudiantes deberían contar con profesionales capacitados, instancias de autoconocimiento, exploración de intereses, contacto con el mundo laboral y experiencias reales de vinculación con la educación superior. No se trata solo de elegir una carrera, sino de construir una identidad y un propósito.
Si queremos hablar en serio de equidad en el acceso a la universidad, debemos comenzar por garantizar que cada estudiante tenga las herramientas para tomar decisiones informadas, libres y conscientes. Porque no hay verdadera libertad de elección sin orientación vocacional.
Ante esta realidad, la Universidad de Santiago de Chile dispone año a año una batería de actividades de orientación y acompañamiento a la educación superior, abriendo nuestras puertas a cada una y cada uno de ellos con visitas, charlas y expo ferias, pero también con actividades experimentales en las cuales podrán tener su primer acercamiento tanto al aula como también a la vida universitaria. Estas son actividades gratuitas y pueden revisarlas en admision.usach.cl.
En la Usach queremos ser un espacio para todas y todos, y estamos convencidos que una decisión informada abre la puerta para un futuro exitoso.
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