El daño que la pandemia ha hecho a la vida de los niños, no por la enfermedad sino por los confinamientos, es enorme. A nivel mundial millones de niños todavía permanecen fuera de la escuela y las graves consecuencias en términos de aprendizaje y neurodesarrollo perdurarán por muchos años.
Antes de la pandemia, el 50% de los menores de 10 años en América Latina no podían leer y entender una historia simple. Hoy, el valor es cercano a 80%, según cifras del Banco Mundial. Se trata de una alarmante y evidente crisis de aprendizaje que ratifica los resultados de nuestro estudio 2022 "Efectos de la Pandemia en la Primera Infancia", que realizamos en la Fundación Familias Power.
Allí pudimos evidenciar importantes déficits que existen en cuanto a habilidades sociales y emocionales en niños y niñas en una etapa que es crucial para su desarrollo futuro. Es así como observamos niños de 4 años que no pronuncian más de 10 palabras de forma clara y comprensiva, que no conocen las tijeras o no saben tomarlas, que tampoco han tenido acceso a témperas ni mucho menos saben cómo agarrar un pincel. Otro tanto ocurre con la distinción de los colores o las figuras geométricas. Esto se explica mayoritariamente por la pandemia, debido a la ausencia de jardines infantiles y colegios los años 2020 y 2021,
Esto también, en parte, es producto de decisiones que los adultos tomaron por ellos contra las que no pudieron reclamar. Los cierres totales y parciales recomendados por la autoridad sanitaria duraron 29 semanas en Europa, pero en América Latina se impusieron restricciones con una duración promedio de 63 semanas. Durante dos años, casi 153 millones de niños perdieron más de la mitad de toda la escolarización presencial, calcula la Unesco. Más de 60 millones faltaron tres cuartas partes.
Esta pérdida de aprendizaje, consecuencia en gran parte del confinamiento, ha tenido impacto social y físico, el que se ha reflejado en un escaso relacionamiento de los niños con otras personas, en especial niños, la falta de habilidades parentales para hacerse cargo de estimular y potenciar el desarrollo integral de los niños, la falta de desarrollo muscular y tonicidad en los niños producto del encierro y el alto nivel de estrés y hacinamiento en los hogares.
Según un estudio de la consultora McKinsey, para 2040 la pérdida de educación por el cierre de escuelas podría causar que el PIB mundial sea 0,9% más bajo de lo que se proyectaba, mientras que el Banco Mundial cree que tal merma podría costar a los actuales niños 21 billones de dólares en ingresos a lo largo de su vida, una suma equivalente al 17% del PIB mundial actual.
La merma registrada es prácticamente irreversible y afectará su vida futura irremediablemente. Los niños que nunca lograron dominar conceptos básicos llegarán a adultos con una menor productividad y ganarán menos. Es urgente visibilizar a quienes tienen pocas o nulas oportunidades de demostrar cómo las medidas adoptadas por las autoridades no siempre suelen considerar un principio básico que debería inspirar la política pública en materia de infancia: el interés superior del niño.
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