Partieron la carrera por adelantado

En repetidas ocasiones podemos apreciar que desde el oficialismo se instala el mérito y esfuerzo desde un estándar moral ideal, sobre todo a la hora de hablar de acceso a cargos de poder, y en los últimos días, de acceso a la educación.

En el gobierno de Michelle Bachelet, se pretendía poner fin a la selección a través de la Ley de Inclusión y el nuevo Sistema de Admisión Escolar (SAE), asunto que con la llegada del actual gobierno quedó en solo en una pretensión, cuando la actual ministra de Educación, Marcela Cubillos, expusiera las intenciones de reponer ciertos criterios de selección que pueden ser considerados como una amenaza para la inclusión social, y también para la diversidad que debe existir en los contextos educativos.

Lo anterior, deja de manifiesto que para el oficialismo la educación sigue siendo vista desde una perspectiva mercantilista, en donde quienes se esfuerzan y tienen los méritos, tienen derecho a elegir donde estudiar y desarrollarse.

Ahora bien, esta perspectiva deja atrás la esencia misma de la educación, desplazando además una batalla que ha sido protagonizada por diversos actores a los largo de los últimos años, y que luego de lo manifestado desde el gobierno, nuevamente enciende los ánimos por plantear dentro de la opinión pública, qué es lo que se entiende por educación en Chile.

Desde mi perspectiva como profesor y diputado, considero que cuestionar las habilidades y desempeño de los estudiantes, proponer al mérito y el esfuerzo como un indicador válido para generar diferencias, le hace un daño tremendo a esa esencia de la educación, en donde gracias a los procesos de socialización brindados por ésta, la sociedad tiene la posibilidad de conocerse y encontrarse.

Como también, plantear desafíos individuales, sociales e incluso a nivel de Estado, y es justamente esto último lo más complejo.

Chile aún no logra posicionar un proyecto educativo de Estado que realmente comprenda que existen muchos factores detrás del rendimiento de un niño o niña en etapa escolar, sobretodo en un país profundamente desigual.

Esta ausencia de un proyecto educativo transversal, se cristaliza cada vez que el oficialismo devela su postura frente a la educación, por ejemplo, a través de las palabras del Presidente Sebastián Piñera, “la educación es un bien de consumo”, y ahora último con “dar más libertad a la industria de la educación”.

Tras estas expresiones no existe más que honestidad, pues finalmente la perspectiva liberal y mercantil busca justamente eso, una educación que se acomode al mercado y responda  desde la selección, el mérito, la segregación y el individualismo.

La postura del gobierno, contrasta con la visión que tiene la oposición y también los actores sociales involucrados.

Las consignas en las calles claman por una educación de calidad, como una deuda que va más allá del gobierno actual, y que aún no es saldada, pues como ya dije, no existe un proyecto educativo de Estado.

Este último, debe considerar la inclusión como pilar fundamental, aspirar a crear espacios comunitarios que alberguen la diversidad que existe en Chile, e incluso que se aborden temáticas que muchas veces tensionan a la sociedad, pero que son necesarias para el desarrollo del país, como por ejemplo la educación sexual integral.

Pensar en aquellos aspectos que son necesarios para generar un desarrollo sostenible, nos pueden llevar a generar ese proyecto educativo de Estado, en donde todas y todos tengan acceso, sin tener que considerar la herencia familiar, el lugar de donde vienes, el género, nacionalidad o etnia.

El pensar que todos nacen en las mismas condiciones, y corren desde la misma partida, es un planteamiento errado por parte del oficialismo.

Con respecto a esto, me hace ruido cuando la derecha plantea desde un moralismo exacerbado al mérito y el esfuerzo, sobre todo cuando en el último tiempo hemos tenido una serie de irregularidades con respecto a la designación en cargos políticos a personas poco idóneas o casos de nepotismo.

En ese momento me pregunté ¿de qué méritos habla la derecha? ¿Han tenido los méritos para estar donde están o será que partieron la carrera por adelantado?

¿La desigualdad se combate con más segregación y selección? la respuesta es NO, la desigualdad se combate con un proyecto educativo de Estado, que permita que todas y todos los estudiantes puedan compartir sus experiencias, crecer y aprender gracias a ese mismo proceso de socialización, en donde un aula de clases sea el reflejo de un país, con todos sus matices.

Por sobre todo, la desigualdad se combate nivelando el punto de partida, que claramente es diferenciado según diversos factores. Cuando ese punto de partida esté nivelado, ahí recién podremos hablar de que Chile cuenta con una educación inclusiva.

Las acciones del gobierno anterior fueron un paso, no estoy de acuerdo con que se quiera dar pie atrás a esto, y sobretodo, que quien partió la carrera por adelantado, exija méritos a quienes partieron desde más atrás.

Invito a la clase dominante de la derecha, a ser honesta frente a la ciudadanía, y exponer que no les agrada que niños y niñas se mezclen, que se integren, les aterra la convivencia social diversa, más bien propician la endogamia social.

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