Re-aprender a vivir juntos(as)

Las últimas semanas hemos sido testigos de muy preocupantes hechos de violencia en establecimientos educacionales en distintas comunas del país, incluida la nuestra, Renca. Múltiples casos sucediendo al interior de los espacios que están llamados a ser los lugares más seguros de los barrios, situación que nos ha puesto en alerta a todos los actores públicos y privados que tenemos participación en el sistema educacional.

Los dos años de pandemia, el distanciamiento social y sus consecuencias para la salud mental pueden identificarse como las causas más inmediatas de este preocupante fenómeno, sin embargo, es posible observar síntomas en procesos de más largo aliento que el solo retorno a la presencialidad en los establecimientos educacionales. Y es que las escuelas y liceos no están aislados de su contexto social más amplio, sino que son una escala de comunidad más pequeña, insertas en una realidad social, política e histórica mayor y, por lo tanto, con problemas y dinámicas relacionales compartidas.

La ética de la violencia que hoy se manifiesta con fuerza entre niños, niñas y jóvenes ha estado instalada e invisibilizada en diversos aspectos de nuestra sociedad, donde persiste la ley del "más fuerte": en la estructura patriarcal, donde las mujeres y diversidades sexuales sufren violencias y discriminaciones en todo ámbito de sus vidas; en una sociedad desigual y segregadora, con un Estado que trata de distinta manera a los ciudadanos ricos y a los ciudadanos pobres; en la invisibilización y el trato vulneratorio hacia grupos que se identifican con un "otro" desconocido y "peligroso" (pueblos originarios, migrantes, diversidades sexuales, etc.), entre muchas otras violencias materiales y simbólicas.

La tarea colectiva más apremiante es, entonces, encontrar un camino que nos permita transitar desde la ética de la violencia hacia la ética del cuidado.

Si el desafío en el mundo escolar es comprender que no solo se requiere una restitución de aprendizajes formales entendidos como las materias que aborda el currículum escolar, sino que también la restitución de los aprendizajes que la presencialidad ofrece en las múltiples interacciones que se suceden en la escuela: enojarse con los amigos o amigas y, al rato, reparar el daño y reconciliarse; resolver problemas surgidos en un juego del recreo sin tener que llegar a los golpes; escucharse en "tiempo real" y no a través de WhatsApp y las redes sociales, etc.

A nivel macro, la tarea es reaprender a convivir colectivamente y dotarnos de un Estado legitimado, desde la garantía del cuidado a sus ciudadanos en todas sus escalas e instituciones, incluidas sus escuelas. Y es que el abandono de la persona por parte de la colectividad (que se organiza políticamente en el Estado), la carencia de medios de subsistencia, la desprotección e inseguridad en el espacio público y privado, etc., son caldo de cultivo para el miedo, y este, para la violencia.

Es en este desafío que el proyecto comunal que impulsamos en Renca tiene un sentido profundo y particularmente pertinente al estado de ánimo actual. Cuando desde Renca decimos "somos mejor en comunidad" nos referimos a que recomponer el tejido comunitario -en la escala de la comunidad escolar, del barrio, de la comuna y del país-, es un pre requisito para la democracia, una sana convivencia y, además, para enfrentar las dificultades que enfrentadas individualmente solo generan frustraciones y más violencia.
L
a recomposición de las comunidades nos habilita para procesar los conflictos sociales, con sus múltiples visiones y legítimas diferencias; enfrentar las consecuencias de "traumas" colectivos, como la pandemia, y facilita la búsqueda pacífica de soluciones a problemas y desafíos estructurales, como son las violencias escolar, de género y económica, por ejemplo.

Este es, quizás, uno de los desafíos más grandes a los que nos hemos enfrentado como sociedad chilena desde el retorno a la democracia. Recomponer los lazos comunitarios, dotarnos de una organización política democrática, legitimada y que permee todas las instituciones y formas de organización que nos damos, desde la escuela hasta nuestra Constitución.

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