Uso y abuso del pensamiento mistraliano: es momento de la acción

Nuestra gran Gabriela Mistral sintió, pensó, hizo y escribió sobre todos los temas importantes para una vida más humana, justa y solidaria de quienes ella detectaba como importantes de relevar: los niños, las mujeres, los indígenas, los campesinos, entre otros. En su vasta obra, muchos de sus poemas, comenzando por los "Piececitos de niño", denunciaron la enorme pobreza en que se encontraba la niñez de esos tiempos, pero a la vez, la ceguera de aquellos que los miraban y no hacían nada.

En su prosa, encontramos el "Llamado por el niño", publicado en 1948 en el Boletín Oficial de las Naciones Unidas donde expresa: "Muchas de las cosas que hemos menester tienen espera: el Niño, no. Él está haciendo ahora mismo sus huesos, criando su sangre y ensayando sus sentidos. A él no se le puede responder: 'Mañana'. Él se llama 'AHORA', 'EN SEGUIDA'. Pasados los siete años, lo que se haga será enmendar a tercias y corregir sin curar".

Este texto, que es parte de un escrito de dos páginas en la versión original, en apoyo a una colecta mundial para los niños que convocó las Naciones Unidas, debe ser el párrafo más empleado en todos los discursos sobre el tema a nivel mundial y nacional. Personalmente, lo he escuchado en todos los idiomas en muchos congresos en distintos países, con mucho orgullo como chilena.

Pero en las últimas décadas ya me está empezando a molestar el uso y abuso de sus palabras en nuestro país, en una infinidad de discursos, programas de gobiernos, folletos de políticas públicas, actos y otros, que las vuelven a presentar como si fuera lo último que ha escrito nuestra maestra, y además en una versión reducida a "El niño es ahora". Pero eso lo escribió ¡¡¡hace 78 años!!! para que se actuara "en seguida".

La semana pasada se realizó en Santiago, en el edificio de ONU, la Cumbre Mundial Docente, organizada por la Unesco y el Gobierno de Chile. Autoridades, políticos y dirigentes mundiales presentaron antecedentes sobre la situación de sus países, en especial la escasez y retención de docentes cualificados y su relación con el acceso universal a la educación primaria y secundaria. Así, escuchamos a países con muchos recursos dando "trancos" importantes a la IA y comprando los "mejores" programas educativos del mundo, y otros, en semiestado de guerra o de gran pobreza, que podían ofrecer muy poco a sus niños, niñas, jóvenes y docentes. De esta manera, el objetivo ODS 4 de la Agenda de Desarrollo 2015, para una educación de calidad con equidad e inclusión, se desvanecía y no solo en los países menos "desarrollados". Hay mucho que revisar en términos cualitativos sobre lo que se considera "logros" y "avances" de calidad. El Informe de la Transformación de la Educación hacia el ODS 4" (Unesco, 2024) entregado en el evento, nos da cuenta en parte de lo que estamos señalando.

Sobre Educación de la Primera Infancia hubo pocas referencias, como sucede pasar habitualmente en estos eventos, a pesar de que nuestra gran maestra expresó hace 78 años sobre la importancia de los primeros seis años en una época en que no teníamos todos los avances de los que la ciencia actual entrega al respecto; el informe señala que hay mucho por hacer en este nivel, partiendo por "ampliar y diversificar la atención" lo que implica "aumentar la inversión, mejorar la gobernanza y fortalecer el seguimiento y la evaluación".

Por favor, no sigamos usando el llamado de Gabriela una vez más como si lo estuviéramos descubriendo y avisando al mundo de ello. Lo dicho, dicho está y hace mucho tiempo; lo que tenemos que hacer es terminar con nuestras disputas, afanes de protagonismo, y actuar con el corazón y la mente abierta al diálogo, la búsqueda de recursos, mejorar la gestión y reforzar a los docentes como señala el informe: "Convertir a los educadores y cuidadores de la AEPI en una fuerza transformadora". Ello implica repensar la formación y el desarrollo docente, y valorizar la profesionalización que tienen, que no significa que se les entregue todo pauteado como muchos creen, desvalorizando el conocimiento de sus comunidades educativas y sus realidades. La pedagogía mistraliana la tenemos, pero necesitamos voluntad política y flexibilidad normativa para aplicarla con toda la humanidad que conlleva.

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