¿Y si no es posible la presencialidad?

El Presidente electo, Gabriel Boric, ha definido algunas de las metas de su gobierno para los primeros 100 días. Entre ellas, ha señalado como prioritaria la vuelta a la presencialidad de las clases en todo el sistema educativo, para lo cual se indica que se hará todo lo posible para ello.

Esta expresión deja abierta la posibilidad que ello no ocurra del todo desde los primeros días de marzo, estableciendo la esperanza que suceda más adelante.

La vuelta a la presencialidad es una medida que sin dudas todos apoyamos en especial por las necesidades socio-afectivas de los niños y niñas, los vacíos o desniveles que se pueden haber producido en el logro de aprendizajes relevantes que requieren un apoyo didáctico especializado, y por las dudas que hay sobre los resultados de las evaluaciones efectuadas a distancia. Respecto a esta última situación, pone en duda el tema valórico de padres y/o estudiantes, y si ello ha sucedido, como al parecer lo demuestra el aumento de puntajes que han señalado diversos estudios comparados de las evaluaciones con años anteriores, expresa que es algo serio que revisar formativamente.

Sin embargo, hay una pregunta que cabe hacerse y que podría ser uno de los grandes aprendizajes que estos tiempos de pandemia nos han dejado. Más allá de que haya pandemias u otras catástrofes que impidan a profesores y estudiantes reunirse presencialmente, ¿no será necesario empezar a diseñar un sistema educativo permanente que tenga la capacidad de favorecer a través de múltiples medios otras formas de enseñanza, además de lo presencial?

Esta propuesta debe contar no sólo de un diseño curricular y metodológico que priorice los aprendizajes relevantes que requieren presencialidad, sino que a la vez definir cuáles de estos pueden ser alcanzados con investigación o trabajo en el hogar. En la actualidad hay muchos contenidos que se expresan en imágenes, videos, documentos, etc., que se encuentran en internet en formas mucho más interesantes de ser trabajados de esa manera que presencial. Por lo contrario, hay aprendizajes, como los afectivos, sociales y valóricos entre otros, en lo cual es imprescindible la presencia y orientación del profesor/a, y con un mayor tiempo que el que puede aportar habitualmente.

Otra de las ventajas que tendría el trabajar de una forma híbrida es que la capacidad autónoma y la iniciativa de los estudiantes tendrían que desarrollarse en forma especial. Una de las mayores observaciones que han hecho los padres sobre la actitud de los niños en tiempos de cuarentena ha sido el eterno aburrimiento que expresaban y la enorme dependencia de los adultos para iniciar ciertas actividades. Esta situación no habla bien de las capacidades que se han favorecido en la escuela; desde que se es bebé el ser humano presenta curiosidad e interés por explorar y transformar objetos, por lo que haber perdido esta capacidad de autonomía exige el propiciarla en las experiencias escolares.

Por cierto que este tipo de trabajo híbrido en forma permanente debería iniciarse por los estudiantes universitarios y secundarios que tienen mayor autonomía en todo aspecto; en los mas pequeños, el problema es siempre la dependencia que tienen del adulto para satisfacer sus necesidades mas básicas y la importancia de la educadora acogedora, amorosa y facilitadora en sus vidas junto con el aporte de su grupo de pares. A ello se une su forma básica de aprender: tocando, explorando, transformando y observando con todos los sentidos y la dificultad que tienen para concentrarse sólo en pantallas. Pero algo en menor escala podría iniciarse.

El asunto es que no pueden quedar los aprendizajes de los niños, niñas y jóvenes a la incertidumbre del destino. Si escuchamos a los científicos, señalan que pueden venir otras pandemias o que por el cambio climático pueden producirse otras situaciones extremas de mucho calor o frío como se está presentando en otros países.

Para ello, tenemos que prepararnos todos, las familias, el sistema educativo en especial con sus docentes y estudiantes. Contamos con especialistas y con las muchas experiencias que tuvieron los profesores y los padres al respecto. Están las condiciones; sólo falta la voluntad política y los necesarios recursos. ¿Seremos capaces de iniciar una propuesta así o dejaremos que las circunstancias nos limiten nuevamente?

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