La contaminación de los estanques de agua la empresa Essal con 1.200 litros de petróleo que afectó a todos los habitantes de la ciudad de Osorno es un nuevo y lamentable ejemplo de cómo operan y enfrentan los problemas los privados que tienen a su cargo la provisión de servicios básicos.
A diferencia de la mayoría de los ciudadanos, ellos se sienten con el derecho de tomar acciones de acuerdo a sus tiempos y no al de las personas que se ven afectadas, en este caso los osorninos que están viviendo en estos días una precaria situación.
Es posible que este hecho haya sido un error o un accidente, porque asumimos que nadie quiere contaminar intencionalmente el agua de la comuna, pero lo concreto es que estamos frente a un hecho inexcusable que requiere más que una simple explicación.
Y si bien hasta el momento la sanitaria ha hablado de un error humano, hasta ahora nadie ha detallado de manera clara y precisa cómo mas de mil litros de petróleo van a dar al estanque que potabiliza en algua de una ciudad de 140 mil habitantes y de paso también contaminan el río Rahue.
La nula empatía de Essal con los osorninos, así como la entrega parcializada de la información sobre la crisis sanitaria y ambiental en curso, requiere de una inmediata acción y sanción de parte del gobierno, porque los privados deben entender que no pueden gozar de los beneficios del negocio y no asumir de manera rápida y clara la reparación cuando fallan.
El subsecretario de Obras Públicas ha manifestado que a “Essal le quedó grande el poncho”. Puede que tenga razón. Tristemente, en materia de fiscalización y control al gobierno tampoco ha dado el ancho.
La Superintendencia de Servicios Sanitarios, que es el organismo normativo y fiscalizador de las empresas concesionarias que prestan los servicios de agua potable y alcantarillado, depende del ministerio de Obras Públicas. Aquí no solo la sanitaria dejó de hacer su trabajo.
¿Hasta cuándo?, esa es la pregunta que nos hacemos todos. Hay que poner un alto a esta realidad y la única forma es que el Ejecutivo y el Congreso enfrentemos juntos este abuso y coloquemos nuevas reglas, de modo que quienes tienen el control de los suministros básicos sepan que las sanciones serán muy duras a medida que avancen los días y no hagan todos los esfuerzos para que el funcionamiento vuelva la normalidad.
Si la acción de Essal amerita el término de la concesión no debe haber espacio para dudas o vacilaciones a la hora de aplicar la sanción que corresponda.
Mientras tanto, la emergencia debe ser enfrentada de la manera más eficiente que sea posible. La comunidad exige de sus autoridades acciones claras y, sobre todo mayor trabajo en terreno.
Desde el viernes los osorninos vienen dando cuenta de los problemas en la distribución de agua para paliar la emergencia.
El imperativo es que desde el gobierno se coordine esa entrega para que cada hogar osornino cuente con un abastecimiento mínimo garantizado. Municipios y empresas privadas de la región están haciendo un enorme aporte solidario, aunque también han manifestado falta de coordinación.
Es que poco sacamos con que vengan los subsecretarios desde Santiago a observar lo que está ocurriendo en Osorno. Lo que la gente espera son soluciones en terreno y no de escritorio
La comunidad de Osorno merece respeto y una explicación razonable sobre lo ocurrido, pero también una compensación por los inconvenientes que han tenido que vivir los últimos días a raíz de esta situación.
Aquí habrá que determinar las responsabilidades, y más allá de las indagaciones que realice la sanitaria, o de las explicaciones que ofrezca día a día el comité de emergencias, la investigacion abierta por la Fiscalía es fundamental.
Essal debe responder al gobierno, a la justicia y sobre todo a la comunidad de Osorno. Nada menos.
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