A más de siete meses de transcurrida la pandemia - en medio de una de las crisis sociales y sanitarias más duras de las últimas décadas - es necesario honrar a quienes han sido los reales protagonistas de cómo Chile ha enfrentado la Pandemia COVID 19, dejando en evidencia la precariedad de las condiciones en las que trabajan, el nulo reconocimiento a su labor y los abusos de poder en uno de los sectores de la administración pública más postergados.
Incuestionable, sobre todo en estos tiempos de pandemia, que el motor de la Salud han sido, son y serán sus trabajadores y trabajadoras; los mismos que se incorporan al sistema por vocación en medio de las peores desigualdades de nuestro país; aquellos que fomentan la promoción de la salud con nulos o escasos presupuestos y que dan respuesta a la necesidad de salud, sin insumos, con pésima infraestructura, con condiciones laborales deplorables y con una constante exigencia que impone el modelo de salud de nuestro país: la productividad sin importar el concepto de Salud Integral y sin poner al centro al ser humano.
Hoy, son múltiples las historias que se han hecho públicas: la violinista del Hospital el Pino, la funcionaria que transportaba cartas para la comunicación de los pacientes, los que hicieron colecta para comprar útiles de aseo de muchos usuarios o los que sirvieron café y comida a propósito de las largas esperas de los familiares de contagiados COVID-19.
Pero ¿qué se esconde detrás de estas hermosas historias de amor y vocación de servicio?
Se esconden años de precariedad laboral, de experimento de modalidades de trabajo, de políticas públicas que buscan dar solución al sector salud y han terminado precarizando, cada vez más, a las y los trabajadores. Y ante todo, se esconde una sub valoración del aporte que hace cada uno de estos funcionarios y funcionarias a la sociedad y al bien mayor que es la vida.
Sin embargo, las autoridades han llamado a la población a aplaudir a los diferentes equipos de salud. Han hecho cartas de reconocimiento e incluso los han llamado “Héroes” y “Heroínas”, quitándole la calidad humana. No obstante ¿cuál es el reconocimiento concreto que hoy tienen los trabajadores?
Esos que llevan meses haciendo turnos diferenciados, que se contagiaron producto de su trabajo, que han sufrido por no contar con lugares aptos para resguardar a su familia, los que fueron discriminados, los que sufrieron los más duros embates económicos y siguieron trabajando…hasta la fecha, solo aplausos.
Cuando la realidad nos muestra que un 46% sufre agotamiento mental, lo que pudiera constituirse como una patología de salud mental grave, al 29 de octubre ya existen 26.224 funcionarias y funcionarios contagiados de tal forma que son cifras frías que sitúa, tristemente, a Chile como uno de los países con más impacto en los equipos de salud. A ello, se suma otro triste y lamentable dato, más de un centenar de trabajadores sanitarios fallecidos.
Por todo este escenario, hasta la fecha, se han interpuesto 34 acciones legales en contra de diversas reparticiones del MINSAL, para resguardar condiciones laborales.
Y son, precisamente, todas estas condiciones laborales adversas - que han transparentado de manera inequívoca las carencias del actual modelo - las que están determinando que los trabajadores se sientan los parias del sector público.
Es por eso que afirmamos que llegó el minuto de emparejar la cancha. Es necesario que frente a esta historia - que nos golpeó a todos y todas, desnudando la fragilidad de nuestro modelo de salud, de nuestra economía - iniciemos un proceso que permita poner las cosas en su lugar, establecer los reconocimientos concretos e instaurar un nuevo orden de prioridades en nuestra sociedad , donde los que tienen que arriesgarlo todo, sientan que lo están haciendo no solo por causas justas sino que también en condiciones laborales y salariales justas.
Los que habitamos en este país, tenemos una deuda con todos y todas los que han permitido que sigamos luchando por superar esta pandemia, entendiendo que quizás en el futuro enfrentemos nuevas crisis sanitarias.
Lo que no podemos aceptar es que las enfrentemos con las mismas condiciones, que nos costaron mucho sufrimiento, contagios y vidas. Y mucho menos que lo ocurrido durante estos más de siete meses no tenga un reconocimiento ni una reparación a cada uno de las y los que arriesgaron su vida por la salud de Chile.
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