Los valores de la pandemia

Claudio Castillo
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La pandemia de Covid-19 no sólo nos expone a nuestros mayores temores, nos sitúa ante una enfermedad que aún no tiene cura y de alto contagio, donde todos estamos expuestos y, en consecuencia, somete a prueba los valores que como grupo humano ponemos en práctica.

Las decisiones que tomemos acerca de los asuntos públicos evidencian el tipo de sociedad que vivimos, toleramos o fomentamos. Lo mismo ocurre con las conductas privadas, que tienen efectos públicos. 

Hemos sido testigos de comportamientos ejemplares, como quedarse en casa,entre quienes tienen, y me incluyo, el privilegio de trabajar desde el hogar haciendo cuarentena; otro gesto valioso está entre quienes se ofrecen, sin nada a cambio, a realizar compras o trámites para personas pertenecientes a los grupos más vulnerables que deja esta pandemia.

Sin embargo, esta descripción abarca solo una parte de la naturaleza humana. Por las redes sociales y medios de prensa tradicionales, nos hemos enterado de actitudes condenables como la realización de matrimonios y actividades religiosas masivas o la indolencia de algunos empleadores que no toman medidas para proteger a sus trabajadores.

En los supermercados hemos visto el egoísmo exacerbado de acaparadores, de quienes tienen el dinero o la capacidad de endeudamiento para llevarse todo.

En el país de las clases de ética, como sanción para quienes se aprovechan de su poder, vemos ahora, en plena emergencia sanitaria, reiterados abusos de quienes tienen una posición ventajosa en el mercado, para aumentar el precio de productos y servicios o pacientes obligados a pagar consultas médicas adicionales, para acceder al examen en clínicas privadas. 

Una vergüenza con todas sus letras.

Los Estados han respondido protegiendo a ciudadanos y ciudadanas, generando paquetes de medidas económicas, sociales y sanitarias. Esto da cuenta de la necesidad de regular el neoliberalismo, contar con un Estado fuerte y ágil para responder a situaciones como éstas, un sistema de protección social flexible que pueda activarse rápidamente para apoyar a quienes tienen mayor vulnerabilidad, y un sector público de salud fortalecido, con alta capacidad de respuesta. Ojalá que estos ejes no se nos olviden cuando miremos en retrospección esta pandemia.

Para responder a la emergencia, de manera inmediata, las prioridades debieran apuntar a apoyar a quiénes perderán ingresos y a quiénes nos cuidan, partiendo por los trabajadores de la salud, que representan un 12% de los infectados por Covid-19 en España, un 8% en Italia y un 4% en China. Es el momento de invertir todos los recursos necesarios para que los equipos de salud cuenten con todas las medidas de protección y bioseguridad necesarias. Si ellos están protegidos, todos lo estamos.

Los valores por los que seremos recordados como comunidad, serán aquellos que llevemos a la práctica para protegernos entre todos, durante la peor pandemia que recuerda la Humanidad en los últimos 100 años.

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