El bienestar y los derechos de la niñez deben estar en el corazón de las propuestas de cualquier aspirante a alcaldía o gobierno regional. Si bien Chile ha avanzado en materia de derechos de infancia, a través de la ley 21.430 y la creación de las Oficinas Locales de Niñez (OLN), aún existen desafíos que requieren respuestas concretas desde los gobiernos locales y regionales. En este sentido, aquellos que aspiran a liderar municipios y regiones tienen una oportunidad única para promover cambios que impacten de manera directa y positiva en la vida de niños, niñas y adolescentes.
Los avances legislativos, si bien son fundamentales, aún requieren un mayor compromiso a nivel territorial. En este sentido, las candidaturas tienen una oportunidad crucial: Incorporar la niñez en su diversidad, como eje central de sus programas. Más allá de cumplir con lo establecido por la ley, el reto está en generar políticas locales que logren un impacto real y duradero en la vida de las personas más jóvenes.
Orientar la política pública a la garantía del derecho de niños, niñas y adolescentes, además de impactar positivamente en su calidad de vida, favorece el bienestar de la sociedad en su conjunto. Los niños y jóvenes tienen mucho que aportar en materias que también preocupan a los adultos, como seguridad, salud, infraestructura y participación. En ese sentido, la vinculación con las organizaciones comunitarias es fundamental, dado que están en una posición privilegiada para el trabajo con las instituciones y asegurar que las políticas públicas también reflejen las voces de las niñeces.
Es fundamental que avancemos hacia una visión sistémica en la que toda la estructura municipal esté alineada con la idea de un "horizonte bientratante", un concepto que implica entornos seguros, protectores y amables para todas y todos. Con ello, se hace fundamental sugerir algunas líneas que, bajo este paradigma, favorecen la garantía de derechos de niños, niñas y adolescentes, a la vez que dan respuesta a necesidades expresadas por la sociedad en su conjunto.
Infraestructura como motor de bienestar: Hacia espacios recreativos seguros
Uno de los primeros desafíos que identificamos tiene que ver con el acceso a espacios recreativos que sean seguros. Esto no es solamente un derecho, sino que se trata de una necesidad esencial que impacta directamente en el desarrollo físico y emocional de los niños, niñas y adolescentes.
En ese sentido, un buen diseño de plazas, parques y áreas de juego, con su debida mantención, no solo proporcionan un lugar para el desarrollo de la actividad física, sino que promueven la socialización, la creatividad y el bienestar mental. A pesar de lo anterior, en muchas comunas estos espacios son insuficientes o bien, se encuentran en malas condiciones, limitando su acceso o incluso convirtiéndolos en lugares que los mismos niños perciben como peligrosos.
La mejora de la infraestructura pública puede tener un impacto transformador; un parque no solo es un lugar de esparcimiento, sino que es un espacio donde las familias interactúan, los niños aprenden a convivir y donde se cultiva un sentido de pertenencia y cohesión social. Distintos estudios sobre desarrollo infantil han demostrado que los entornos que ofrecen oportunidades seguras y variadas para el juego tienen un impacto positivo en las habilidades sociales, cognitivas y emocionales de los niños. Al mismo tiempo, estos espacios fomentan la inclusión, creando comunidades más cohesionadas donde la niñez se siente parte activa y respetada de su entorno.
En ese sentido, el trabajo aquí es doble. Para los futuros gobernantes, no se reduce a construir más áreas recreativas, sino a asegurarse de que estos espacios respondan a las necesidades de las niñeces, incluyendo criterios de accesibilidad para personas con discapacidad (accesos peatonales en buen estado y señalética clara) y medidas de seguridad adecuadas (como buena luminaria y vigilancia municipal).
En tanto, el mundo adulto acá también tiene el rol de favorecer el uso de espacios públicos como un lugar adecuado para el juego, la participación y el esparcimiento familiar. Durante el desarrollo de los encuentros de Consejos Consultivos de Niños, Niñas y Adolescentes, un reclamo que se repite mucho por parte de los participantes tiene que ver con el mal uso que adultos dan a los pocos espacios públicos existentes. Hacernos conscientes del impacto de estas conductas en la vida de la niñez es fundamental para retroceder en estas prácticas.
Salud mental en la infancia: Un pilar de desarrollo integral
Muy enlazado con lo anterior está el abordaje en torno a salud mental que es, sin duda, uno de los temas más urgentes que debemos abordar. La pandemia por Covid-19 y el aislamiento exacerbaron las tasas de estrés, ansiedad y depresión en la niñez, evidenciando la necesidad de reforzar los servicios de apoyo emocional y psicológico a nivel comunitario. Sin embargo, la cobertura actual en muchas comunas es insuficiente, lo que deja a muchos niños sin la ayuda que necesitan.
Los futuros alcaldes y gobernadores deben incorporar en sus programas la creación o fortalecimiento de unidades especializadas en salud mental infantil dentro de los centros de atención primaria. Del mismo modo, la coordinación con áreas como educación, deporte o cultura puede favorecer la creación de medidas interdisciplinarias en favor de la salud mental.
Además, es necesario impulsar campañas de educación para que las familias y comunidades reconozcan la importancia del bienestar emocional, no como un lujo, sino como un componente esencial del desarrollo integral. Esto es fundamental ya que la investigación muestra que los problemas de salud mental no tratados en la infancia tienden a persistir y agravarse en la vida adulta, afectando negativamente la calidad de vida.
Protección administrativa: respuestas Rápidas ante riesgos y vulneraciones
Una de las mayores dificultades que ha enfrentado la institucionalidad a la hora de restituir derechos vulnerados tiene que ver con la lentitud para dar respuesta a las víctimas. La derivación de todas las causas hacia juzgados de familia muchas veces implica aumentar tiempos de espera y atención. El modelo de protección administrativa, que introduce la ley 21.430, es una herramienta poderosa que puede cambiar radicalmente la manera en que los municipios responden a situaciones de riesgo y vulneración de derechos, dado que permite que las Oficinas Locales de Niñez articulen la oferta territorial del sistema de protección social, deriven al niño y a su familia a programas de intervención y acompañamiento, instruir beneficios de seguridad social o incluso derivar ingreso a tratamiento médico, según sea necesario entre otras facultades.
Un municipio que cuenta con una Oficina Local de Niñez bien estructurada, con profesionales capacitados y recursos suficientes, puede intervenir de manera rápida y eficaz en casos de vulneración, evitando que estos lleguen a instancias judiciales innecesariamente. Asimismo, la coordinación interna entre los distintos departamentos municipales es fundamental para detectar casos de vulneración y, además, prevenir su ocurrencia.
Esto no solo agiliza la resolución de problemas, sino que protege a niños y niñas de procesos largos y potencialmente traumáticos. Tenemos claro que la intervención temprana y comunitaria en casos de vulneración de derechos es mucho más efectiva que la judicialización de estos, especialmente cuando se trata de niños o adolescentes. Esto permite resolver situaciones de manera más humana, centrada en el bienestar del niño o niña y en el fortalecimiento de las redes familiares y comunitarias.
Participación infantil: Fortaleciendo la democracia local
Si bien la ley 21.430 reconoce el derecho de niños, niñas y adolescentes a participar en los procesos de toma de decisiones que les afectan, aún existe un largo camino por recorrer para que esta participación sea una realidad en todos los municipios del país. Los futuros alcaldes y gobernadores deben ver esta tarea no como una mera formalidad, sino como una oportunidad para construir políticas públicas más inclusivas y representativas.
La creación de instancias de participación con incidencia -como los consejos comunales de niñez- permite no solo cumplir con la ley, sino, más importante aún, integrar las visiones y necesidades de los más jóvenes en las decisiones que configuran su presente y su futuro, incorporando muchas veces ideas innovadoras. Esta participación no solo favorece el protagonismo de la niñez, sino que fortalece las bases de una democracia más robusta y equitativa.
Tenemos claro que los espacios de participación infantil no solo generan mejores políticas públicas, sino que también fomentan el desarrollo de competencias cívicas en los niños, favoreciendo su ciudadanía actual y futura. Ejemplo de ello ha sido el trabajo que desarrollamos con el gobierno regional de Valparaíso a través del Diagnóstico Regional de Derechos de la Niñez que se realizó en nuestra región. El proyecto no solo permitió el levantamiento de información, sino que generó una red regional de niños y jóvenes preocupados por problemáticas de educación, salud, seguridad y otras, sino que también la necesidad de las instituciones de dar respuesta a esas problemáticas.
Políticas sostenibles ¿Qué pasa después del ciclo electoral?
Uno de los mayores desafíos que enfrentan las políticas públicas en general, y las dirigidas a la niñez en particular, es su dependencia del ciclo electoral. Muchas veces, los programas destinados a proteger y promover los derechos de niños y niñas no logran sostenerse en el tiempo debido a los cambios de administración o a la falta de continuidad en los compromisos. Los candidatos a alcaldes y gobernadores deben asumir el compromiso de que las políticas para la niñez trasciendan sus propios mandatos, generando planes de acción con metas de largo plazo que no dependan del vaivén político.
Asegurar la sostenibilidad de estas políticas es, quizás, uno de los mayores legados que puede dejar una autoridad comprometida con el bienestar de las generaciones futuras. Es la única forma de generar un cambio estructural en la calidad de vida de niños y niñas. Invertir en programas sostenibles, con financiamiento garantizado y un enfoque multianual, asegura que las acciones no queden en meras promesas electorales, sino que se traduzcan en resultados reales y perdurables.
En ese sentido, abordar las dificultades que enfrentan los niños, niñas y adolescentes no puede orientarse a través de la popularidad. Tenemos el deber de otorgar condiciones para su desarrollo pleno, de manera que puedan crecer en espacios bien tratantes que, sin duda, incidirán en una adultez más plena, pero que brindarán un presente mejor para todas y todos. Parafraseando a la Premio Nobel de Literatura y educadora, Gabriela Mistral: "El futuro de los niños siempre es hoy. Mañana será muy tarde".
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